¿Cuáles son los retos a que nos enfrentamos para garantizar un futuro de pleno acceso al agua y la justicia distributiva? ¿Cómo afecta el cambio climático para lograrlo? ¿Qué problemas afectan a la depuración del agua? En el pasado Día Mundial del Agua, millones de personas en el mundo se hicieron estas preguntas y se plantearon respuestas que se tienen que afrontar sin dilación.
En el Roca Barcelona Gallery, la Fundación We Are Water organizó la mesa redonda Agua, la crisis de las nuevas generaciones, reuniendo a expertos en el terreno de la meteorología, el tratamiento del agua y el control de su calidad con la idea de debatir sobre la demanda de agua en un escenario de escasez como el que se avizora en amplias zonas del mundo, incluyendo a España.
Formaron la mesa redonda Tomàs Molina, físico y director de meteorología de Televisió de Catalunya; Rafael Mantecón, ingeniero químico experto en tratamiento y depuración de aguas residuales, y coordinador de saneamiento del Área Metropolitana de Barcelona; Manuel Suárez, presidente de la Asociación para la Defensa de la Calidad de las Aguas ; y Xavier Torras, director de la Fundación We Are Water.
La falta de agua, un problema humano
El debate, moderado por David Escobar, socio de iAgua, entró de lleno en la importancia del agua en la vida de nuestra civilización.
Lo inició Xavier Torras quien explicó el significado de la campaña “The Hidden Life of Water” (La vida oculta del agua) que la Fundación We Are Water ha lanzado en este Día Mundial del Agua: “Más allá de la que bebemos y la que sale de nuestro grifo, el agua están todas partes, aunque no la veamos”. Torras explicó el concepto de la huella hídrica de los bienes que consumimos de la que no siempre somos conscientes: “Cada uno de los que estamos en esta sala vamos vestidos con prendas que han consumido de 14.000 a 15.000 litros de agua de promedio. El agua está en cada uno de los eslabones de la economía. Lo peor que le puede pasar a un país es quedarse sin suministro de agua”. Y recordó un dato histórico para comprender la importancia del cambio climático: “La civilización Maya, grande y esplendorosa, sufrió un cambio climático que provocó cuatro siglos de escasez de agua, lo que provocó su decadencia y desaparición”. También señaló que el agua es imprescindible para la justicia, la salud y la igualdad de género, y recordó a las mujeres y niñas que tienen que andar a por agua. El director de la Fundación We Are Water puso el ejemplo de Sudán donde una niña de 12 años puede emplear entre dos y cuatro horas en ir a recoger agua.
Tomàs Molina suscribió esta opinión, señalando la falta de agua como uno de los principales factores que alteran el equilibrio demográfico y social en las zonas más pobres: “La falta de agua en África es uno de los grandes desencadenantes de los movimientos migratorios que estamos viviendo en Europa. El agua cambia la vida de las personas y esto es lo que está ocurriendo con el cambio climático: la geografía humana también cambiará”.
A este respecto, Manuel Suárez afirmó que el agua siempre será un recurso escaso en los países en vías de desarrollo: “El problema es la pobreza, los países ricos disponen de tecnologías para obtener agua si falta, como lo podemos ver en muchos países de Oriente Medio que desalan agua del mar”.
Xavier Torras enfatizó la necesidad de concienciarnos de lo que significa el agua que surge del grifo: “No le damos importancia al agua que gastamos en nuestras casas. La solemos banalizar, consideramos que es un derecho asumido, pero hemos de tener en cuenta en que si cortas el suministro de agua, aniquilas a toda una comunidad. Y fijaros lo importante que es todo eso, que esta amenaza ni siquiera se utiliza como estrategia militar en los conflictos entre países, sino que hace que los gobiernos lleguen a acuerdos sobre el reparto del agua”.
Un problema humano y planetario: la sequía y la desertificación
David Escobar introdujo el tema de la sequía y el cambio climático: “En España han sonado todas las alarmas con la última sequía: en la agricultura, la industria y en la política”.
A este respecto, Tomàs Molina explicó la situación climática preocupante que viven algunas zonas de España: “Las últimas lluvias han aliviado mucho la sequía, pero hay zonas como Murcia y el noreste de Gerona que siguen muy secas”. El meteorólogo explicó cómo se distribuye la lluvia en la península ibérica en base a los fenómenos meteorológicos, y destacó un dato para entender la relación entre la pluviometría y la sequía que muchas veces no tenemos en cuenta: “En verano, en España, si llueve menos de 350 litros, el agua se evapora a causa de la alta temperatura. Es agua que no llega prácticamente a calar en el suelo y es la antesala de la desertificación, un fenómeno que en muchas zonas va a más con el cambio climático”.
Agua en España: un problema de gestión
La escasez de agua de lluvia y las necesidades de suministro configuran una relación preocupante en España. Rafael Mantecón señaló un factor a considerar con urgencia en cualquier país: “Un incremento de la población implica lógicamente un aumento del consumo y de los vertidos. Nuestras depuradoras no darán abasto, no están preparadas para este mayor consumo y tampoco para las grandes avenidas de agua que puede aportar el cambio climático”. Para el experto en tratamiento y depuración el problema en España es de gestión: “No creo que tengamos un problema de cantidad de agua; en cuanto a la calidad no estoy tan seguro, pero con una buena gestión habrá suficiente agua sin tener que recurrir a las desalinizadoras”.
Los miembros de la mesa coincidieron en que en España se dispone de la tecnología adecuada para obtener agua de calidad, y que pagando se puede obtener el agua que se quiera y con la mejor calidad, pero todos los ponentes acordaron que tiene que existir una solución tecnológica que sea razonable con el coste del agua. Tomás Molina señaló la reacción de Barcelona tras la última sequía de 2008: “La sequía fue muy preocupante y se pusieron en marcha las desalinizadoras del Prat y de Blanes. Esto fue beneficioso para la cuenca del Ter, que vio aumentar su caudal al destinar menos agua para el suministro de la ciudad, pero es evidente que no podemos vivir sólo de agua desalinizada”.
A este respecto, Manuel Suárez señaló que el agua siempre será un recurso escaso en España y que, como sociedad, tenemos la obligación de encontrar soluciones óptimas para la distribución equitativa del agua: “Los trasvases siempre causan problemas, pero hasta ahora han sido necesarios. De hecho las ciudades absorben agua de cuencas de ríos y sin ellos las ciudades no hubieran crecido como las conocemos actualmente. Si en una zona sobra agua se puede sacar de allí, pero de un modo razonable. Es decir, tenemos que gestionar bien de dónde sacamos el agua y el coste del abastecimiento para encontrar un precio razonable, esto es fundamental“.
El tema de la calidad del agua suministrada entró de lleno en el debate. Manuel Suárez señaló le problema de la salinidad de algunas cuencas: “El problema en muchos casos es de calidad del agua de las cuencas. En la del Llobregat, por ejemplo, donde el agua tiene muchos ciclos de depuración desde Berga a Barcelona, el problema no es la depuración de ese agua sino el de la sal, ya que el río tiene una cuenca salina. La sal es un gran problema, pues muchas industrias no pueden reutilizar el agua debido a su concentración salina y no se puede eliminar la sal sin consumir agua, pues al aplicar la electrodiálisis reversible tienes que tirar mucha agua con alta concentración de sal al mar, con lo que aumenta el estrés de la cuenca al disminuir su caudal”.
El precio del agua, el eterno debate
Tomàs Molina señaló ciertas incongruencias que aplicamos respecto a la calidad y el precio del agua suministrada: “En Francia e Inglaterra, el agua del grifo se sirve en bares y restaurantes gratis y nadie se queja de la calidad. Aquí, quizá debido al marketing que ha habido en el sector del agua embotellada, tenemos la cultura de pagar por beber agua mineral”.
En referencia a la relación psicológica que tenemos respecto al precio del agua y al consumo de agua embotellada, David Escobar aportó unos datos relevantes: “1.000 litros (un metro cúbico), de agua lo pagamos entre 1-3 € y no admitimos que nos aumenten 10 céntimos el precio; sin embargo, gastamos más de 1 € en un botellín de agua mineral, sólo porque nos sabe mejor”.
Rafael Mantecón enumeró los factores que intervienen en el precio del agua y que frecuentemente no tenemos en cuenta: “En España el precio del agua varía mucho en función de la localidad y esto da pie a mucha demagogia. Hemos de tener en cuenta que el coste del agua no viene sólo de la depuración, hay que invertir en previsión y en la gestión del agua residual, y en los sistemas de saneamiento hasta las que llevan el agua hasta las depuradoras”. Y destacó el papel que las instalaciones modernas pueden aportar a la reducción del precio del agua: “Una planta depuradora es actualmente una fábrica de materias primas que se pueden utilizar: el fango para la agricultura, la energía – que ocupa el 33 % del coste de la depuración – se puede generar y se puede vender. Esto posibilita reducir el precio del agua: cuánto más aprovechemos el agua residual, menos nos va a costar”.
Manuel Suárez explicó la experiencia de la Agencia Catalana del Agua con los cánones del agua, que generaron una gran polémica en la década de 1980: “Con el canon del saneamiento estábamos muy preocupados de la reacción de los ciudadanos. Hicimos una campaña intensa entre políticos y ciudadanos. Salió bien. Luego con los siguientes hubo más polémica, pero los resultados fueron buenos y demostraron que el canon del agua es necesario”
Por su parte, Rafael Mantecón corroboró el buen resultado de los cánones del agua que han permitido regenerar los ecosistemas de los ríos y realizar avances medioambientales notables. Sin embargo, el experto en depuración explicó que la contaminación del agua doméstica es la gran preocupación en futuro de la depuración y en el precio del agua: “La contaminación ha dado un giro de 180º. En un par de décadas hemos pasado de controlar la contaminación industrial a tener que controlar la urbana que se ha convertido en el gran problema. Por ejemplo, en España se fabrican 400 millones de cajas de ibuprofeno que luego aparece inevitablemente en el agua. Excretamos más del 50% delos fármacos que consumimos, y también drogas como la cocaína acaban en el agua residual. Su eliminación es un problema enorme”.
La agricultura, factor clave del modelo futuro
Manuel Suárez insistió en la necesidad de la planificación hidrológica a nivel nacional y citó como ejemplo la crisis de 2008 en Barcelona: “La sequía nos pilló desprevenidos y amenazó el suministro de la ciudad. Se anularon los trasvases del Ebro y del Ródano, pero luego hubo suerte y llovió. Pero la crisis motivó que se instalaran desalinizadoras, lo cual fue muy positivo porque ahora hay un recurso de reserva. La moraleja es que es imprescindible planificarlo todo en cuestión de agua. Los trasvases tienen mala prensa pero hay que encontrar un equilibrio entre trasvases y otros recursos como la desalinización.
Este tema llevó al consumo agrícola, que ocupa más del 70 % de uso del agua y es el principal factor determinante en la planificación de los trasvases en España. Tomàs Molina destacó el problema climático que afrontan la cuenca del Segura y muchas zonas de Andalucía que tienen serios déficits y tendrán menos precipitaciones por el cambio climático: “Todo el sudeste peninsular tendrá cada vez más estrés hídrico y el problema es que ¡allí tenemos la huerta europea!”
En referencia a este tema, Manuel Suárez señaló la contradicción que existe en España respecto a la agricultura: “Las zonas en las que hay mucha agua, como Galicia y el norte, no son las adecuadas para la huerta; donde sí que se dan las condiciones de temperatura y sol es el sur, y allí el problema es que falta agua. Si queremos ser la huerta de Europa tenemos que llevar agua a estas zonas”.
Xavier Torras destacó la preocupación de que el precio del agua producida para estos regadíos llegue a encarecer el precio de los productos: “Si llevamos agua cara a la huerta, los productos finalmente no serán competitivos, lo que puede afectar gravemente a la economía de las zonas. Hay que evaluar estos procesos ya que el volumen de agua que se trasvasa en las transacciones comerciales de un sitio a otro incorpora la huella hídrica de los productos. Y es evidente que el consumo agrícola de cercanía causa menos estrés hídrico”.
Manuel Suárez se mostró de acuerdo y señaló los cambios que está experimentando la agricultura: “La agricultura está cambiando los modelos en aras de la eficiencia: riego por goteo, nuevos invernaderos, etc. Es un reto que creo que se conseguirá y la agricultura española logrará ser sostenible”.
Con optimismo para el futuro
Pese a los problemas explicados en el debate, todos los ponentes se mostraron optimistas de cara al futuro del acceso al agua. Xavier Torras destacó los importantes avances que hacen las grandes empresas para reducir el consumo de agua. Tomás Molina cree que seremos capaces de llegar a acuerdos sobre el agua, incluso en los trasvases. También Rafael Mantecón y Manuel Suárez están convencidos de que encontraremos el modelo de tratamiento, el precio y la cantidad de agua adecuada, y lo haremos de mutuo acuerdo.