En Color of Water, el humor sirve para denunciar con ironía la inaceptable situación que se da en muchos países, como Nepal, en los que el desarrollo urbano no ha tenido en cuenta garantizar el agua a los ciudadanos.
Sabin Maharjan se inspiró en la vida de muchos escolares de la capital Katmandú, su ciudad natal, que viven la realidad cotidiana de la mala calidad del agua y el deficiente estado de saneamiento. En la ciudad se producen al día unas 150 toneladas de residuos que se vierten sin control en los ríos. Alrededor de la capital se concentra una población de más de un millón y medio de habitantes de los cuales, según la Oficina Central de Estadísticas del Gobierno de Nepal, una de cada cinco familias no tiene acceso a una fuente de agua doméstica y dos tercios de los hogares viven con un suministro de agua inadecuado.
La situación en Nepal que denuncia el corto de Sabin es similar a la de la Colombia en la que se desarrolla el film de Nicolás Durán, ganador de la categoría de micro-documental: la paradoja de la falta de acceso al agua que se da en muchos de los países que más agua disponen. Según el Instituto Internacional de Gestión del Agua en Katmandú, Nepal posee el 2,7 % del agua dulce disponible en la Tierra, lo que lo convierte en el segundo país, tras Brasil, con mayor cantidad de reservas hídricas del mundo.
Por el territorio de Nepal fluyen cada año 8,6 millones de metros cúbicos de agua proveniente de las cuencas de la cordillera del Himalaya, lo que significa que cada nepalí tiene una disponibilidad teórica de 9.000 metros cúbicos (9 millones de litros) anuales. Es una tasa muy superior a la de India que es de 1.519 metros cúbicos o de España, que es de 2.400.
Por otra parte, la climatología de Nepal depende en líneas generales de la estación de los monzones, de junio a septiembre, cuyos vientos determinan también el deshielo en los Himalayas. Por ello la inestabilidad del régimen del monzón debida al cambio climático es una amenaza para la seguridad hídrica del país. El deshielo de los casi de 3.000 glaciares y lagos de las montañas más altas de la Tierra que alimentan a más de 6.000 ríos y arroyos se está viendo alterado. El hielo cada vez se encuentra en una cota más alta, arrojando una gran incertidumbre sobre el futuro del enorme caudal que abastece a más de mil millones de habitantes, aguas abajo, en India y Pakistán.
Otro factor de incertidumbre para las ciudades de Nepal es que están situadas en una de las zonas de mayor actividad y riesgo sísmico de mundo. Esto supone una amenaza constante para la seguridad de sus habitantes y para la integridad de las instalaciones de suministro de agua y saneamiento. El 25 de abril de 2015, esta amenaza se hizo realidad con un terremoto de magnitud 7,8 en la escala de Richter con epicentro en el distrito de Lamjung, a 81 km al noroeste de Katmandú. Su impacto fue muy grave, con más de 7.000 muertos y más de 9,5 millones de personas que quedaron necesitadas de asistencia humanitaria. La falta de agua y alimentos provocó 2,8 millones de desplazados internos, y en Katmandú se concentraron miles de migrantes que huían de la ruina.
La Fundación We Are Water colaboró con World Vision en un proyecto con el objetivo de suministrar bidones que permitieron a unas 1.500 familias transportar y almacenar agua para sobrevivir. También colaboró con Oxfam International en un proyecto para proporcionar agua y saneamiento para los afectados. Aún hoy, las consecuencias de aquel desastre natural permanecen visibles, pero la experiencia ha permitido desarrollar sistemas de suministro y saneamiento menos vulnerables, y diseñar protocolos de intervención más efectivos en el país que tiene las fuentes de agua más altas y puras del mundo.