La pandemia de la covid-19 ha afectado a todas las actividades humanas y a todos procesos de desarrollo social y económico en el mundo. Nada es ya igual en la forma de planificar un futuro que se nos muestra incierto como nunca hasta ahora. Sin embargo, hemos comprendido la relación directa que existe entre la salud, el medio ambiente y la economía, y cómo ello está afectando las relaciones humanas; y también nos estamos dando cuenta de que se nos han abierto nuevas oportunidades para desarrollar modelos y herramientas con las que avanzar hacia este futuro incierto con eficiencia y eficacia.
Esto se manifiesta de forma muy especial en el mundo de la creación y gestión de espacios vitales: entornos de trabajo, vivienda, centros de reunión, de consumo y de ocio, ya no son lo mismo tras la pandemia. A su relación con la gestión de recursos, la contaminación y el cuidado medioambiental se añaden ahora nuevas exigencias de salubridad en el contacto social que afectan de forma especial a la gestión del agua y el saneamiento, factores clave para el futuro de una humanidad en ascenso demográfico y que ya está sufriendo alteraciones climáticas nefastas que pueden llegar a ser devastadoras a largo plazo.
Ante los ODS en un planeta urbanizado
Durante las últimas décadas, los flujos migratorios han planteado enormes retos en el acceso universal a los recursos hídricos y energéticos, con especial énfasis al saneamiento y la higiene, los factores más estrechamente relacionados con la salud humana y medioambiental. Estos desafíos son enormes en las zonas urbanas.
Las previsiones del Banco Mundial apuntan a que en 2050, por lo menos dos de cada tres personas del planeta vivirán en grandes urbes; y de seguir la actual tendencia de crecimiento demográfico, a finales de siglo habitarán la Tierra 11.200 millones de seres, de los que entre el 85 y el 90 % vivirá en las ciudades. Cada vez seremos más en espacios más urbanizados; y estos espacios, que actualmente ocupan casi el 4 % de la superficie del planeta, cada vez requerirán más recursos energéticos y agua, y su potencial de contaminación aumentará en consecuencia.
Actualmente, las urbes consumen entre el 60 y el 80 % de los recursos energéticos, emiten el 70 % de gases de efecto invernadero y son el principal emisor de aguas residuales. Las zonas urbanizadas absorben directamente el 10 % del agua dulce de la Tierra, pero sus habitantes son los destinatarios de la gran mayor parte de los alimentos, cuya producción consume el 70 % del agua. El incremento de la población urbana aumentará , en consecuencia la huella hídrica de los productos transportados a los comercios, y de este modo el estrés hídrico planetario se hará más acuciante.
Smart Water: debemos ser más inteligentes que nunca
En 2014 la Fundación creó Smart Water, una plataforma para potenciar una visión transversal y el desarrollo de ideas e iniciativas sobre el uso sostenible del agua en la arquitectura y el diseño. La iniciativa se creó con especial incidencia en la gestión del agua en las ciudades una actividad clave para el futuro de la humanidad. El eje de la iniciativa fueron las Jornadas Internacionales Smart Water, una serie de encuentros con el objetivo de reunir a los más destacados profesionales y empresas de cada sector. Desde entonces, arquitectos, urbanistas, diseñadores, ingenieros y desarrolladores turísticos han debatido y compartido ideas, y han fomentado un debate con la finalidad primordial de que sea trasladable a toda la ciudadanía.
Las Jornadas Internacionales Smart Water celebradas hasta ahora han desarrollado tres ejes temáticos: Smart Water, Smart Cities,centrado enla arquitectura y las ciudades inteligentes, con tres reuniones en Ciudad de México, en 2014, en Barcelona, en 2016 y en Madrid, en 2018; Smart Water Smart Shopping, focalizado enlos espacios comerciales y de usos mixtos, con una jornada en Ciudad de México, en 2017; Smart Water, Smart Destinations, que reunióa profesionales del sector turístico y desarrollo hotelero en Ciudad de México, en 2015; y Smart Water, Smart Building en2019 también en Ciudad de México, que abordó la construcción inteligente de edificios y ciudades desde la perspectiva del agua.
El proyecto Smart Water ha creado un tanque de ideas que ya ha sido el detonante de proyectos pioneros. Uno de ellos es la iniciativa “Hagamos un trato” (Let’s Make a Deal) con el objetivo de implicar a toda la cadena humana y de valor de las instalaciones hoteleras, tanto profesionales como huéspedes, en la importancia del buen uso del agua en la sostenibilidad planetaria y su implicación en buenas prácticas trasladables a la vida cotidiana.
“Smart Reaction”. Encontrar la respuesta eficaz
La pandemia de la covid-19 ha añadido un factor de urgencia a todos los debates, pero también cualitativo: el mundo smart debe reaccionar de forma efectiva y eficiente; debe volverse más “inteligente” pero también más sensible a los problemas que acosan al mundo y más consciente de la necesidad de avanzar conjuntamente con todos los estamentos de la sociedad.
Empresas, instituciones, profesionales y gobiernos se enfrentan a una crisis sanitaria y económica que ha irrumpido en un momento en el que en el mundo hay 2.100 millones de personas que no tienen agua corriente en sus hogares, y unos 4.247 millones, no dispone de un saneamiento gestionado de forma segura. Entre éstos últimos se encuentran los que defecan al aire libre, el colectivo que alcanzó los 695 millones de personas, el 8,92 % de la población mundial, en 2017. Por otra parte, se estima en 828 millones el número de personas que vive en barrios urbanos degradados, sin suministro de agua ni saneamiento y con unas condiciones deplorables de higiene y asistencia médica, y se prevé que esta cifra aumente en seis millones cada año.
El problema del acceso al agua en el mundo será notablemente diferente al que conocemos; ¿Cuán diferente? Aún no lo sabemos, pero lo que es una certeza es que es un factor que dependerá de cuán “inteligentes” sean los espacios urbanos, su diseño, construcción y gestión, y para ello la reacción que provenga del mundo de la arquitectura, el urbanismo y el diseño debe ser también “inteligente” y estar claramente enfocada la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Éste es el objetivo con el que nace la iniciativa Smart Water, Smart Reaction: aprovechar las enseñanzas del momento de cambio que estamos viviendo para avanzar hacia un nuevo modelo que alcance con efectividad el desarrollo sostenible.
El progresivo deterioro medioambiental, el negacionismo y apriorismo de gobiernos ante a crisis climática, la brecha tecnológica y la corrupción política son frenos al avance social que deben eliminarse, pero sobre todo es tarea fundamental conseguir la concienciación de todos y cada uno de los ciudadanos del mundo de que las soluciones son posibles y deben ser abordadas de inmediato.
El mundo profesional, reunido bajo la iniciativa Smart Water, Smart Reaction, se plantea asumir a través del agua, con diálogo y cooperación, el reto de supervivencia y justicia que tiene planteado la humanidad. Evolucionar desde una visión individual hacia una inteligencia colectiva es la forma de multiplicar los recursos necesarios para crear una sociedad justa y resiliente.