Que una comunidad consiga erradicar la defecación al aire libre – oficialmente en español quedar “libre de defecación a campo abierto” (LDCA) – significa un logro higiénico importante para la opinión pública de los países desarrollados, y lo es. Pero, para la mayoría de los que disponen de inodoros conectados a una red segura de saneamiento, lo que es menos evidente es que acabar con la defecación en descampados, calles o aguas superficiales es un avance que posibilita a cualquier comunidad no sólo salvar vidas, sino poder despegar económica y socialmente para alejarse de la pobreza.
Éste es un logro fundamental del ODS 6, que los 193 países de la Asamblea General de la ONU acordaron que debe completarse en 2030. Y es un reto de magnitud pues, según datos internacionalmente consensuados, entre los más 2.100 millones de habitantes del planeta que aún no disponen de instalaciones de saneamiento seguras – es decir, que garanticen que sus usuarios no entren en contacto con las heces – se encuentran los más de 670 millones que aún no disponen de ningún tipo de retretes o letrinas y no pueden evitar defecar a la intemperie.
Sissili, esperanza de Burkina Faso
El hecho de que Sissili, una de las provincias de Burkina Faso, haya logrado la calificación LDCA es un primer paso especialmente significativo y esperanzador. Situado en el epicentro del desamparo que es el Sahel, Burkina Faso es de los países más pobres del mundo y una de las zonas de la Tierra en la que la defecación al aire libre está más extendida. Allí, la lucha a favor de la construcción y uso de letrinas seguras se desarrolla paralelamente a la del acceso al agua, otra de las graves deficiencias que lastran el desarrollo de la región: en prácticamente todas las zonas rurales sahelianas es habitual que apenas dos de cada 10 habitantes tenga acceso a una fuente segura de agua.
En noviembre de 2017, la Fundación inició un primer proyecto en Burkina Faso, en la Región Centro Oeste, una zona que refleja la situación que viven las comunidades más pobres del país: apenas una cuarta parte de la población tiene acceso a infraestructuras de saneamiento y casi siete de cada 10 habitantes practica la defecación al aire libre. En las zonas rurales la situación es notablemente peor: las tasas de acceso de las familias a infraestructuras de saneamiento no alcanza el 12 %.
El éxito del método SANTOLIC
En este primer proyecto se siguió el método SANTOLIC (Saneamiento Total Liderado por la Comunidad) que UNICEF viene aplicando desde hace más de 10 años en su lucha por la eliminación de la defecación a campo abierto. El enfoque SANTOLIC se basa en autoconcienciación de la comunidad de lo nefasto de la defecación al aire libre y en la provocación de un sentimiento de vergüenza. A partir de ahí, los implementadores promueven el convencimiento de que los miembros de la comunidad pueden lograr el conocimiento y los recursos para acabar ellos mismos de forma participativa una práctica que les que provoca enfermedades, mortandad infantil, inseguridad e indignidad para las mujeres y limita sus posibilidades de crecimiento económico y social.
Unas 15.000 personas de más de 2.100 familias de 30 comunidades de la Región Centro Oeste se beneficiaron directamente y unas 30.000 más, pertenecientes a las comunidades rurales vecinas, así como autoridades y personal educativo y sanitario de las zonas de intervención, fueron los beneficiarios indirectos de la intervención.
Después del inicio de este proyecto, con motivo del World Toilet Day de ese mismo año, la Fundación presentó a las ONG con las que colabora elManual de construcción de letrinas y pozos, una obra que recoge la experiencia acumulada en sus proyectos de saneamiento por todo el mundo. El manual es una guía práctica al alcance de millones de usuarios sin necesidad de formación previa en materia de construcción y saneamiento; un conjunto de directrices para poner al alcance de cualquier comunidad la construcción sostenible de letrinas adaptable a diferentes culturas, economías y climas.
En la segunda fase del proyecto, iniciada el pasado agosto de 2020, la intervención se planteó para seguir las directrices del manual. El Ministerio de Agua y Saneamiento y el Ministerio de Salud de Burkina Faso apoyaron estas directrices, así como los servicios técnicos regionales, las comunidades y las ONG que colaboran con ellas.
Una hoja de ruta para todo el país
Estos cuatro años de trabajo en Burkina Faso en colaboración con UNICEF han representado una experiencia muy valiosa a añadir a la acumulada por la Fundación en 10 años desarrollando proyectos de ayuda en acceso al agua, saneamiento e higiene en todo el mundo. Este bagaje acumulado llevó al Ministerio de Agua y Saneamiento de Burkina a plantear una estrecha colaboración con la Fundación con el objetivo de lograr que todo el país quede libre de la defecación al aire libre.
Con motivo de la celebración del logro de la calificación LDCAen la provincia de Sissili, el director de la Fundación, Carlos Garriga, mantuvo una serie de encuentros con miembros del Gobierno y de UNICEF para establecer los parámetros de colaboración. En su reunión con el Sr. Ousmane Nacro, Ministro de Agua y Saneamiento, este señaló la importancia de esta colaboración ante el inmenso reto que afronta todo el país: “Lo más duro empieza ahora. Porque cuando alcanzas el máximo nivel, lo difícil es mantenerse ahí. Por ello necesitamos seguir haciendo un seguimiento continuado de estos pueblos con campañas de sensibilización y a través de un nuevo programa que haga saber a estas comunidades que no se las ha abandonado. Tenemos que avanzar y para ello necesitamos colaboradores como la Fundación We Are Water, como UNICEF y otros, pues el problema del saneamiento es transversal y afecta a todos los ministerios”.
El éxito de los proyectos y de la colaboración con UNICEF fundamenta la esperanza de lograr que en un futuro próximo Burkina Faso pueda celebrar que la totalidad de su territorio quede libre de una práctica degradante. La Fundación abre así también una nueva etapa en la que aplicar sus conocimientos y seguir aprendiendo para ayudar a que el ODS 6, agua y saneamiento para todos, sea una realidad en 2030. Como afirmó Ousmane Nacro, “el desarrollo en sí mismo empieza con el saneamiento en nuestros espacios en los que vivimos habitualmente, en nuestros hogares, nuestros pueblos, nuestras provincias e incluso a nivel nacional. Estoy convencido que los burkineses son capaces de convertir este sueño en realidad en todo el país”.