Las masas urbanas que crecen sin control y sin planificar sus recursos hídricos acaban teniendo problemas de suministro de agua y saneamiento. Esta ha sido una constante en la mayor parte de grandes urbes como Ciudad de México, Bombay, Saõ Paulo, Ciudad del Cabo, y la mayor parte de grandes nuevas capitales africanas como Lagos, Kinsasa, Nairobi, Yaundé… por citar las que poseen barrios marginales más extensos.
Durante las últimas décadas, estos problemas se han hecho extensivos a muchas ciudades menores que también han crecido desordenadamente. La mala gestión agrícola y la falta de tratamiento de las aguas residuales han contaminado los cursos de agua que rodean y abastecen a estas urbes. Un buen ejemplo es Morelia, capital del estado mexicano de Michoacán de Ocampo,una ciudad de casi un millón de habitantes, situada en el valle de Guayangareo, a unos 200 km al oeste de Ciudad de México.
Según un estudio de la la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH), desde 1920, la ciudad de Morelia ha perdido el 70% de sus recursos hídricos superficiales, mientras que el 30% restante tiene un nivel de contaminación no apto para el consumo humano. Este deterioro se desencadenó sobre todo a partir de la década de 1960 con la urbanización masiva de áreas de alto valor medioambiental.
Por otra parte, el Organismo Operador de Agua Potable, Alcantarillado y Saneamiento del Municipio de Morelia (OOAPAS) reconoce además una pérdida del 50% de agua por el mal estado de la red de suministro. Este es un mal endémico en México, que provoca enormes pérdidas de agua y somete a las grandes urbes a un estrés hídrico continuado.
El deterioro del embalse de Cointzio y del humedal de Mintzita
La situación más grave es la contaminación de la presa de Cointzio que suministra el 60 por ciento del agua de Morelia. Las descargas de aguas negras junto con el alto nivel de nitrógeno y fósforo provenientes de los fertilizantes agrícolas han producido un acelerado proceso de eutrofización. Éste ha acabado convirtiendo el agua en un gran caldo nutritivo donde proliferan plantas acuáticas como la Eichhornia crassipes, comúnmente conocida como como lirio acuático, y varios tipos de microalgas.
Esta capa vegetal afecta a la temperatura y la oxigenación del agua, y llega a cubrir totalmente la superficie impidiendo que la luz llegue a las capas más profundas y causando anoxia (falta de oxígeno) al inhibir la fotosíntesis de la pradera marina, que acaba muriendo. Es un fenómeno muy frecuente en otros cuerpos de agua eutrofizados, y muy similar, por ejemplo, al que causó el desastre ecológico del mar Menor, en España. Los lirios acuáticos conllevan un problema adicional: cuando mueren generan grandes masas de materia orgánica que caen al fondo del embalse, reduciendo su profundidad y generando sustancias tóxicas para la salud.
Los habitantes de Morelia se enfrentan a un problema adicional: el humedal de La Mintzita, que es su segunda fuente de agua después del embalse de Cointzio, está también degradándose. El cuerpo de agua, que se calcula abastece a unos 300 mil habitantes de la ciudad, ha perdido el 30% de su capacidad en los últimos 20 años a causa de la sobreexplotación agrícola y las sequías. Los vertidos industriales también han contaminado el agua que ha perdido gran parte de su biodiversidad. Según la Comunidad Ecológica Jardines de la Mintzita, el humedal podría quedar totalmente seco en siete años, por lo que las autoridades han prohibido la extracción en algunos puntos de la cuenca.
Agua a domicilio por encargo… para los que la pueden pagar
En este precario contexto, los periodos de sequía causan agudas crisis de escasez. En Morelia, la última se desencadenó el pasado marzo después de dos años de poquísima pluviosidad, en los que la agricultura absorbió el 17% del caudal (500 litros de agua por segundo) de suministro urbano, dejando 192 colonias del municipio sin agua.
Como consecuencia, muchas familias y muchos negocios en Morelia se ven obligados cada día a comprar el agua de las pipas, camiones cisterna que la recogen de manantiales salubres y la transportan a la ciudad. Solamente en el manantial de La Mintzita recargan agua diariamente unos 50 piperos. Cada pipa puede acarrear entre 5.000 y 10.000 litros, por lo que se pueden llegar a extraer hasta medio millón de litros en un día.
Los precios por pipa son variables; dependen de la distancia a recorrer, el precio del combustible y el volumen transportado. Oscilan alrededor de 30 USD (unos 620 pesos) para 1.000 litros. Debido a ello, la población económicamente más débil, como las más de 40.000 familias que habitan en barrios marginales irregulares en chozas precarias, no puede acceder al agua.
El agua cada vez más lejos
El corto Los Conductores del Agua – The Drivers of Water de Morelian, micro-documental finalista del We Art Water Film Festival 5, da testimonio directo de esta situación. Fernando Rivera, pipero desde más de 30 años, ha vivido día a día el deterioro del agua y los problemas de su transporte. Cuenta cómo ahora con el cambio climático, tienen que ir a buscarla cada vez más lejos, ya que las fuentes se van secando o están contaminadas. El transporte del agua es su medio de vida; y el agua que transportan es la vida de los que la reciben. Ambos dependen de una evolución incierta. ¿Habrá agua para Morelia?
Las previsiones de crecimiento demográfico de las Naciones Unidas auguran que hacia 2035 el 80% de la población del planeta vivirá en ciudades, una proporción que ya se da en muchos países en vías de desarrollo. Si seguimos a este ritmo, en 2050, la población urbana habrá aumentado en 2.800 millones. El problema de Morelia, que ya se da en cientos de ciudades en el mundo, se está haciendo extensivo ¿Habrá capacidad de suministro? ¿Se podrá depurar y sanear de forma suficiente y sostenible? Responder a estas cuestiones es clave para lograr los ODS. La necesidad del equilibrio hídrico ante la diversidad demográfica y climática es una urgencia.