La reafirmación del Water Pavilion ha sido una de las buenas noticias de la COP 29. Carlos Garriga, director de la Fundación, se mostró satisfecho y esperanzado del trabajo realizado para ampliar y proyectar el papel de la plataforma: “Este año hemos participado como socios clave, lo que nos ha permitido aprender de los mejores expertos. Los debates han servido para dar una perspectiva global y exhaustiva de los problemas del agua y de sus soluciones. Ha sido estimulante comprobar el interés de las empresas en invertir en agua y saneamiento sostenible como el fundamento de su responsabilidad social. Ya lo comprobamos en la COP 16 de la biodiversidad de Cali hace unas semanas. Ese es el camino”.
Desde su creación en la COP 26 de Glasgow, en 2021, el Water Pavilion ha ido incrementando su protagonismo en las conferencias de las partes, siendo el principal actor en la necesaria inclusión del ciclo del agua en las estrategias de mitigación y adaptación de la crisis climática. Fue creado por iniciativa de una treintena de organizaciones, gobiernos y compañías lideradas por el Stockholm International Water Institute (SIWI) y la Alliance for Global Water Adaptation (AGWA).
Los 37 debates que se llevaron a cabo en el pabellón proporcionaron una visión exhaustiva de la actual problemática del agua. En todos ellos, se destacó el papel crucial de la preservación del ciclo del agua en cualquier estrategia de resiliencia climática, así como su influencia directa en la lucha contra el hambre, la pobreza y el acceso a la educación.
La inversión financiera en agua y saneamiento obliga al diseño de metodologías que garanticen la efectividad de las soluciones. En todos los planteamientos hubo unanimidad entre los expertos en tres factores claves que deben guiar las acciones de ayuda:
1. Las comunidades, en el punto de partida de cualquier planteamiento
Las soluciones deben ser impulsadas por las propias comunidades para ser efectivas y sostenibles. Es necesario tener un enfoque realista que provenga de estrategias diseñadas desde la acción local. Muchas iniciativas verticales, impuestas desde las administraciones gubernamentales, aunque bienintencionadas, fracasan al no tener en cuenta la gran cantidad de variables sociales, económicas y culturales inherentes a cada comunidad. Las ayudas en adaptación enfocarse en lograr que la acción local defina los esfuerzos globales, para asegurar que la adaptación llegue a las personas más afectadas.
2-Invertir en sistemas y personas, no solo en infraestructuras
Este punto es consecuencia del anterior. La infraestructura por sí sola no puede soportar la creciente volatilidad de los impactos climáticos sin inversiones igualmente sólidas en las personas y los sistemas. El fortalecimiento de las estructuras de gobernanza, la creación de capacidad dentro de las instituciones locales y el empoderamiento de las comunidades, incluyendo sobre todo a los jóvenes, para que se hagan cargo de su futuro climático, son pasos fundamentales.
Es algo que hemos comprobado en todos nuestros proyectos de ayuda, especialmente en los que hemos trabajado con pequeñas comunidades agrícolas, como en Tanzania, Honduras e India, ayudando a comprender el ciclo del agua, en especial el agua subterránea y el comportamiento de los cuerpos de agua. La esencia de la adaptación radica en poner a las personas en el centro, brindándoles el conocimiento y la capacidad de gestión. Con ese conocimiento, colaboran directamente en el diseño de las acciones y la construcción de infraestructuras, mejorando tanto la eficiencia del proceso de construcción como la imprescindible sostenibilidad de las soluciones.
3- Trasladar a los gobiernos la necesidad de priorizar el agua
El agua debe ser un eje central de los planes climáticos nacionales. Hubo consenso en la necesidad de priorizar el agua en las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC) y los Planes Nacionales de Adaptación (NAP), para que los esfuerzos no resulten insuficientes.
Los NDC y NAP son dos acrónimos que estarán cada vez más presentes en la comunicación internacional tras la COP 29, ya que hacen referencia a herramientas fundamentales en el esfuerzo global por combatir el cambio climático y adaptarse a sus efectos.
En el Acuerdo de París de 2015, todos los países firmantes se comprometieron a presentar sus NDC, en forma de planes para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y abordar los impactos climáticos, como las sequías, las inundaciones y el aumento del nivel del mar. Por su parte, los NAP se centran en las estrategias de adaptación y su aplicación, en particular para los sectores vulnerables, con el objetivo de aumentar la resiliencia a los impactos inmediatos y a largo plazo de la crisis climática.
Ante la Conferencia del Agua de las Naciones Unidas de 2026
El siguiente paso es preparar la Conferencia del Agua de las Naciones Unidas de 2026 que esta vez no puede defraudar, como lo hizo en la pasada edición de 2023. La sede estará compartida por los Emiratos Árabes Unidos y Senegal, y hay muchas expectativas con el objetivo de que al agua se comprenda como uno de los factores cruciales para lograr una adaptación global sostenible a los impactos climáticos.
En la pasada World Water Week, que cada agosto organiza el SIWI, planteamos la preparación de la Conferencia como uno de los ejes centrales del Water Pavilion. “Ya nadie puede negar que la preservación del ciclo del agua está en la base del mantenimiento de la biodiversidad y en la mitigación de las sequías e inundaciones —afirmó Garriga—. Por otra parte, el acceso al agua y al saneamiento es un derecho humano que es urgente garantizar para todos en el gran reto de adaptación que debemos afrontar”.
La financiación de las pérdidas y daños no avanza como debiera
Respecto al tema central de esta COP 29 – la financiación de las pérdidas y daños climáticos – aún no hay plenas garantías de que los más perjudicados por el calentamiento global reciban la necesaria ayuda y de qué forma.
Los países ricos y pobres cerraron un acuerdo climático después de largas negociaciones in extremis. La resolución es que el mundo en desarrollo debería recibir al menos 1,3 billones de dólares al año para 2035, con el fin de ayudarlos a transitar hacia una economía de bajas emisiones de carbono y enfrentar los impactos climáticos. Sin embargo, solamente 300 mil millones de dólares provendrán principalmente en la forma que más reclaman estos países: subvenciones y préstamos a bajo interés; el resto tendrá que venir de inversores privados y de una variedad de posibles nuevas fuentes de financiamiento, como impuestos sobre combustibles fósiles o sobre los viajeros frecuentes, que aún están por acordarse y que tienen una concreción aún difusa.
Tras la COP ha cobrado especial interés el NDC 3.0 Navigator una nueva versión de la herramienta desarrollada por el NDC Partnership en 2016 para facilitar el seguimiento de las contribuciones a la financiación de cada país y obtener datos útiles para la gobernanza de la adaptación climática.
Con la mirada puesta en la COP 30, que se celebrará en Brasil, las tensiones y la urgencia por abordar los impactos climáticos aumentan. Muchos expertos consideran que esta cumbre podría ser la oportunidad definitiva para transformar las acciones climáticas en resultados tangibles a nivel global.