Los últimos años llueve menos al sur del estado de Rajastán y la población afronta con ansiedad el inicio de cada estación húmeda. La región se encuentra en una zona en la que los recursos hídricos dependen del monzón del suroeste, que se da principalmente de julio a septiembre. A la falta de lluvias se añade el aumento de la sobreexplotación y la actividad industrial que altera el ciclo del agua.
El distrito de Pratapgarh se encuentra en esta zona de estrés hídrico. Muchas de sus comunidades rurales no disponen de un acceso seguro al agua, son muy vulnerables a los impactos del cambio climático. En cada periodo de sequía, se desencadenan crisis humanitarias de pobreza y hambrunas que provocan la migración a las grandes ciudades.
En Pratapgarh hemos finalizado un proyecto que ha proporcionado acceso al agua potable a unas 780 familias de cuatro aldeas. El suministro se basa en el sistema hub & spoke (centro y radios), que ya hemos aplicado con World Vision en Dewas. Consiste en extraer agua de la mejor fuente disponible (centro) a través de bombas impulsadas por energía solar y distribuirla a los puntos de suministro comunitarios (radios). El centro constituye un tanque de unos 5.000 litros de capacidad que se sitúa elevado para facilitar la circulación del agua por gravedad.
Dos horas para cada mujer, miles de horas para la comunidad
La ubicación de los puntos de suministro se calcula para que el tiempo de acceso no sobrepase los 30 minutos, incluyendo la ida y la vuelta desde el hogar y el tiempo de espera. Estos son los requisitos que la OMS marca para definir el acceso “básico” al agua. 1.235 millones de personas en el mundo (764 en las zonas rurales y más de 470 en las urbanas) disponen de este tipo de acceso.
En una comunidad, como la de Pratapgarh, en la que las mujeres empleaban una media de 150 minutos en ir a buscar agua, el nuevo sistema supone un ahorro de dos horas diarias. Se trata de un tiempo precioso que las mujeres pueden emplear para sus familias, su educación y en trabajos para la comunidad.
En el proyecto, una vez en funcionamiento el suministro de agua, el tiempo ahorrado se ha empleado en capacitar a las mujeres para que éstas sean las principales gestoras del agua y las instalaciones. En las cuatro aldeas, 120 mujeres fueron formadas en el funcionamiento de las bombas, su mantenimiento e incluso su reparación mediante kits de herramientas especializadas. También se las preparó para la elaboración de un mapa social con los hogares, los puntos de las fuentes de agua potable y su estado actual, la ubicación de los desagües y el nivel de anegamiento en las tierras de sus poblados.
De este modo, capacitadas y equipadas, las mujeres se convierten en el eje de la sostenibilidad del proyecto. Están en una mejor posición para comprender los problemas y tomar decisiones informadas para abordar las soluciones y ser claves en el mantenimiento de los comités de usuarios del agua. Las reparaciones menores de las bombas manuales ahora pueden ser realizadas por las mujeres sin necesidad de asistencia de los hombres.
Recoger y cuidar el agua de lluvia
En el estado de Tamil Nadu, al sur de India, la climatología monzónica es distinta a la de Rajastán, pero los problemas son similares. Hay dos épocas de lluvia: de junio a septiembre, el monzón del suroeste, que proporciona lluvias significativas; de octubre a diciembre, el del noreste, menos intenso.
Aquí también la variabilidad de las lluvias afecta la seguridad hídrica de la población rural. Ocurre en Marungapuri, en el distrito de Tiruchirappalli, cuyas mujeres tienen que caminar kilómetros para conseguir agua potable para beber, cocinar y atender su higiene personal. También resulta extremadamente difícil abrevar el ganado.
El nivel freático ha descendido por debajo de los 300 metros debido al descenso de lluvias monzónicas durante los últimos tres años. Al igual que en Pratapgarh, las sequías y periodos de escasez provocan un aumento de los movimientos migratorios a las grandes ciudades.
Allí hemos completado otro proyecto para la mitigación de sequías basado en la renovación de los estaques de la zona, aumentando su capacidad. Más de 1.500 familias de seis aldeas se benefician de los 15.047 m3 adicionales de agua que son capaces de retener los estanques adyacentes que han sido excavados para ganar profundidad, y sus terraplenes adyacentes tratados para proteger el agua embalsada.
Simultáneamente, se plantaron alrededor de 1.000 árboles de variedades nativas en las cuencas hidrográficas con la finalidad de incrementar el manto verde, reducir la erosión del suelo y las escorrentías violentas.
Más de 93.000 mujeres cuidan el agua de la lluvia
Aquí también las mujeres constituyen el pilar de la sostenibilidad. El proyecto incluyó un programa educativo de recolección de agua de lluvia en el que participaron más de 12.400 mujeres acompañadas de 7.600 hombres en cinco pueblos del distrito. Asimismo se llevaron a cabo cinco circuitos informativos para escolares y aldeanos de la zona en los que participaron unas 81.000 mujeres y 3.700 hombres. En total, más de 93.000 mujeres han adquirido conocimientos para cuidar el ciclo del agua.
Como en Pratapgarh, también desarrollamos programas de capacitación en conservación de agua, reparación de fugas y cambios de comportamiento social en su uso y consumo. En todos ellos las mujeres se convierten en la base de la nueva cultura del agua, imprescindible para que el proyecto perdure con sus beneficios. Esta es la principal herramienta con que cuentan las comunidades para afrontar los impactos del cambio climático.
Aprovechar el agua de los monzones, el gran reto de India
En India, el país más poblado del mundo, casi toda la agricultura y ganadería depende las lluvias monzónicas. Son las que llenan los acuíferos, riegan los bosques y garantizan el suministro de los grandes centros urbanos. Los esfuerzos deben centrarse en evitar que su irregularidad lleve a la ruina a los pequeños agricultores. Es preciso empoderarlos frente a la sequía, la degradación del suelo, el monocultivo y el desequilibrio social. La adecuada gestión del agua debe estar acompañada por el máximo aprovechamiento de las escorrentías, para almacenar agua y recargar los acuíferos. Además de la regeneración de estanques naturales, la construcción de pequeños embalses autogestionados devuelve la vida a los campesinos más empobrecidos y es un modelo de desarrollo a seguir en las tierras semiáridas.
Nuestra experiencia en la construcción de estas pequeñas infraestructuras hidráulicas en amplia: unos 5.500 campesinos se han visto beneficiados de los cuatro embalses construidos con la Fundación Vicente Ferrer, a los que se añaden ahora los más de 11.000 beneficiarios de los proyectos de Pratapgarh y Marungapuri con World Vision. En las zonas rurales de India son ya 17 los proyectos de acceso al agua que hemos desarrollado, lo que ha beneficiado a más de 142.000 campesinos.
En todos ellos, la experiencia más valiosa es la importancia de la total apropiación comunitaria. Comienza con la comprensión del problema y sus causas, y acaba en la plena participación en la gestión y mantenimiento de las infraestructuras. Aquí el papel de las mujeres es imprescindible. Liberadas de la servidumbre de tener que ir a por agua, educadas y formadas en el ciclo del agua, y capaces para gestionar los recursos, las mujeres lideran la toma de decisiones y los beneficios para la comunidad se multiplican. Se crea una base sólida para alcanzar la justicia de género. La base de la sostenibilidad.