“Ciudad de México es un perfecto ejemplo de en lo que una ciudad nunca debería convertirse“. El arquitecto mexicano Alberto Kalach inició con esta contundencia su charla en el abarrotado auditorio del Roca Barcelona Gallery. Fue la primera conferencia del ciclo Agua y metrópolis que organiza la Fundación We Are Water en colaboración con Casa Amèrica Catalunya. La arquitecta y urbanista Zaida Muxí, quien presentaba el acto, se refirió a Kalach y su proyecto como un ejemplo a seguir para el reencuentro de la ciudad con el agua, algo que es urgente en nuestra sociedad: “Ciudad de México, como muchas grandes urbes, tendrá que enfrentarse a su relación con el agua para sobrevivir“, manifestó la profesora en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona.
Kalach comenzó con un breve y amena narración de la historia de la gran urbe, desde la México-Tenochtitlan del siglo XV hasta la actual capital federal. Es una historia con un claro perdedor: el agua.
Antes de que llegaran los conquistadores españoles, México-Tenochtitlan era una ciudad esplendorosa, asentada en un valle cerrado con cinco lagos. Su ubicación, a 2.200 m de altitud y su latitud tropical (19ºN), le proporcionaba unas características climáticas idóneas para que sus 500.000 habitantes viviesen en las riberas de los lagos rodeados de bosques en un entorno en armonía con la naturaleza. “Los colonizadores destruyeron el equilibrio hidrológico y luego no supieron recuperarlo. El agua de los lagos comenzó a evaporarse y salarse, y la masa acuática fue desapareciendo”, afirmó Kalach quien ilustró este proceso con reveladoras imágenes que tristemente nos recuerdan lo que ya hemos visto en el mar de Aral y el lago Urmía: una mancha azul que va menguando, dejando tras de sí una tierra yerma y degradada.
El golpe de gracia para los lagos mexicanos llegó con la gran explosión demográfica de las últimas cinco décadas, en las que Ciudad de México ha pasado de 3 a 18 millones de habitantes, y de 230 km2 de suelo urbano a 1.550, con un 75 % de asentamientos irregulares. “Donde estaban los lagos hay ahora extensiones de basura, tierra cuarteada y asentamientos míseros cuyos habitantes no disponen de agua corriente ni saneamiento. Allí el tejido urbano se ha convertido en un cáncer de la corteza terrestre“, afirmó el arquitecto.
Pero para Kalach éste es un ejemplo útil y didáctico de lo que no debe ocurrir y también de las oportunidades que siempre existen para recuperar el entorno por dañado que esté. Lo demuestra con su proyecto México: Vuelta a la ciudad lacustre que, para el arquitecto, no es una utopía sino una acción tangible de lo que aún podemos recuperar: “El manejo del agua tiene que ver con la organización social. Ciudad de México no está organizada socialmente y el proyecto trata de conducir el desarrollo urbano en este sentido, y hay mucho por hacer; por ejemplo, en la ciudad sólo se depura el 10% del agua que se utiliza, el resto se vierte contaminada al golfo de México. Si la ciudad recupera el agua natural daremos un paso muy importante para todos“.
El problema hidrológico de Ciudad de México lo tienen la mayor parte de las ciudades coloniales latinoamericanas que han crecido en el fondo de planicies y valles en una errónea y generalmente inexistente planificación urbanística. “Las ciudades que crecen sobre los acuíferos bloquean con una barrera de asfalto y hormigón el agua de la lluvia -explicó Kalach-. Las aguas freáticas van menguando hasta desaparecer y el problema que se genera es doble: el agua corre por el pavimento y se acumula generando inundaciones y, al disminuir los acuíferos, la ciudad literalmente se hunde: el centro urbano de Ciudad de México ha descendido hasta 7 metros en algunas zonas“.
Los problemas de suministro y saneamiento son también endémicos en estas grandes urbes de crecimiento desbocado. Kalach aseguró que “en Ciudad de México se pierde casi la mitad del agua potable por el mal estado de la red de distribución. Hay también un problema de administración política que ha causado que el 50 % de las viviendas sociales estén abandonadas, sin agua ni saneamiento“.
El proyecto México: Vuelta a la ciudad lacustre es esperanzador pues demuestra, según su creador, que aún se puede actuar y que el retorno de los lagos es fundamental para mejorar la calidad de vida de la enorme urbe: “La recuperación de los lagos es todavía perfectamente factible: los cuerpos de agua casi han desaparecido pero la tierra a su alrededor está libre, todavía no se ha ocupado. Podemos recrear esos lagos creando polos de desarrollo urbano. Lagos interconectados que absorban los excedentes y se alimenten con el agua depurada. La evaporación del agua del lago provocará microclimas más templados, y disminuirá sensiblemente la contaminación. Hemos estudiado modelos climáticos que demuestran que la masa de agua provocaría el retorno de las brisas térmicas, lo que supondría la renovación del aire y una disminución del 30% su contaminación”.
El retorno del agua lacustre permitiría lo que Kalach encuentra fundamental: la reforestación. “La recuperación del manto vegetal es clave para el retorno al equilibrio hidrológico. Tenemos que reforestar dentro y fuera de las ciudades”.
El proyecto de Kalach quiere dar continuidad al de recuperación del lago Texcoco que, en 1965, iniciaron los ingenieros mexicanos Nabor Carrillo y Gerardo Cruickshank, y ha logrado crear una masa de agua de 36 millones de metros cúbicos ocupando una superficie de mil hectáreas. Kalach inició México: Vuelta a la ciudad lacustre hace 14 años conjuntamente con el arquitecto Teodoro González de León, y a lo largo de este tiempo el proyecto ha vivido todo tipo de vicisitudes: “Los políticos, inmersos en la lucha de partidos no son sensibles al proyecto; tampoco la sociedad civil se ha mostrado muy interesada.También se tiene que armonizar la recuperación de los lagos con la construcción del nuevo aeropuerto, algo necesario ya que el antiguo se ha quedado obsoleto”.
Para el arquitecto estos problemas son también oportunidades para aprender y considera que la educación es fundamental para la transformación social que requiere el retorno al agua: “Las grandes ciudades tienen grandes problemas sociales. Para resolverlos es clave la educación, sin ella no podemos tomar conciencia de la importancia del agua en la vida y de la importancia de que la ciudad retorne a ella”.
La esencia de la esperanza que transmite México: Vuelta a la ciudad lacustre es que al final la naturaleza siempre retorna: “Si ayudamos a que vuelva el agua y construimos un entorno equilibrado, la flora y la fauna acaban reapareciendo. La naturaleza sabe lo que tiene que hacer”.
Para saber más del proyecto visita el website del Alberto Kalach