Captación de agua de lluvia, un recurso necesario

La recolección de agua de lluvia a pequeña escala permite a muchas familias beber, cocinar y lavarse cuando falta el suministro. Es un recurso cada vez más útil cuando los acuíferos están contaminados o agotados, y constituye una herramienta de adaptación al cambio climático en muchas zonas secas y deprimidas.

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Desde los albores de la conciencia humana, hace aproximadamente 70.000 años, los homo sapiens hemos estado recogiendo agua de lluvia. Los paleontólogos creen que las técnicas rudimentarias para captarla, almacenarla y transportarla, fueron factores importantes en los movimientos nómadas i migratorios que colonizaron los cinco continentes habitables. Estas prácticas se han desarrollado en todas las civilizaciones, por lo que la cultura ancestral al respecto es profunda y rica.

En los tiempos actuales, la captura de agua pluvial se ha venido practicando para facilitar el acceso al agua en zonas donde no llega el suministro seguro; es decir, en la mayor parte de zonas donde, según datos del PCM, habitan los más de 770 millones de personas que no disponen de acceso seguro al agua o lo tienen lejos de su domicilio.

Las técnicas de “captación (o recolección)de agua de lluvia” – también conocidas como técnicas de WH ( del inglés water harvesting) – son aquellas que recogen escorrentía de techos o superficies impermeables del suelo. También se aplica el término WH a la denominada ”recolección de agua de inundación”, que son técnicas que captan agua a mayor escala de superficies como calles, canales y otras instalaciones que se actualmente se denominan SUDS (Sistemas Urbanos de Drenaje Sostenibles) y que están siendo adoptados en muchas ciudades para para gestionar las aguas pluviales.

También la captación del agua de lluvia a mayor escala, como son los pequeños embalses, se está desarrollando actualmente en muchas tierras secas para regenerar los acuíferos, frenar su sobreexplotación, controlar las escorrentías dañinas y proporcionar a los campesinos una fuente de empoderamiento. Si echas un vistazo a nuestros proyectos en GanjikuntaGirigetla, y en los más recientes de Settipalli y D.K.Thanda4, podrás constatar la importancia que tienen los pequeños embalses autogestionados por la comunidad para una zona climáticamente tan problemática como India.

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La recolección de agua de lluvia a pequeña escala permite a muchas familias beber, cocinar y lavarse cuando falta el suministro. En la imagen, un sistema de recolección de agua de lluvia instalado en un hogar del pueblo de Ratamata, municipio rural de Gurans en el distrito de Dailekh, Nepal. © Nabin Baral / IWMI

 ¿Es seguro beber directamente el agua de lluvia? En las ciudades, no

Vamos a centrarnos en captación de agua de lluvia encaminada a proporcionar acceso directo al agua potable domiciliaria a comunitaria. El primer aspecto a considerar es su salubridad. No toda el agua de lluvia está libre de contaminación, pues en su camino desde la atmósfera al suelo las gotas arrastran muchas partículas, gases ácidos y microorganismos que son nocivos para la salud. Y es en las ciudades y en las zonas de concentración industrial donde se dan las peores condiciones de este tipo contaminación y en donde no debe consumirse agua de lluvia sin tratar.

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La captación del agua de lluvia a mayor escala, como son los pequeños embalses, se está desarrollando actualmente en muchas tierras secas para regenerar los acuíferos. © Nagappa FVF

Hay que tener en cuenta también que la contaminación del agua recogida se debe en muchos casos a la de las superficies de captación, que por lo general acumulan partículas atmosféricas, excrementos de aves y todo tipo de residuos que suelen depositarse en ellas. No hay ninguna ciudad en el mundo exenta de este tipo de contaminación en tejados y cubiertas, y es preciso evitar que las familias usen este recurso sin control pues el agua captada puede ser notablemente tóxica.

La mayor parte de veces suele ser suficiente hervir el agua para eliminar los microorganismos nocivos, y filtrarla para separar productos químicos, polvo o polen. Es obligatorio hacerlo así, pero casi ninguno de los que recogen agua de lluvia de las cubiertas de sus chabolas en los barrios marginales disponen de estos dispositivos, ni mucho menos de protocolos de control de salubridad.

No obstante, difícilmente esta contaminación será más nociva de el agua superficial que todavía consumen 72 millones de personas en los suburbios del mundo. Un caso explícito es el de Kibera, el suburbio más pobre de Nairobi y uno de los mayores de África, donde muchos de sus habitantes ni siquiera tienen los tres KES (unos 0,03 dólares) que cuestan 20 litros de agua depurada, y se ven obligados a aprovechar las abundantes lluvias de primavera y otoño para captarla con los  precarios techos de plástico u hojalata de sus chabolas para no tener que recurrir al embalse contaminado con aguas fecales de donde proviene el agua depurada.

 

En las zonas rurales la cosa cambia

En las zonas alejadas de los grandes núcleos urbanos el aire suele estar mucho más limpio. Y es en las áreas más deprimidas del mundo rural donde se concentra la mayor proporción de población que no dispone de acceso seguro al agua. Allí, unos 300 millones de personas se proveen de fuentes sin ningún tipo de garantía salubre, y más de 110 millones lo hacen de aguas superficiales; la mayoría de ellas tienen graves problemas de salud, en especial los niños, que sufren una alta mortandad a causa de la diarrea. Allí la captación de agua de lluvia se presenta como un recurso esperanzador como alternativa a las charcas, ríos y fuentes insalubres de las que se proveen.

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Allí donde se aplican correctamente, los programas de captación de agua de lluvia a menor escala, como los de uso doméstico, son una excelente herramienta para empoderar a las comunidades beneficiarias. © ssilberman

 

La búsqueda de acuíferos no contaminados es imprescindible para los que tienen difícil el acceso al agua rural. Cada vez son más las aguas subterráneas contaminadas por fertilizantes, pesticidas y residuos ganaderos, que en muchos casos acaban transmitiéndose bajo tierra. 

Una alternativa a los contaminantes naturales

Un caso de especial interés de la captación de lluvia es el de las zonas que sufren la contaminación natural del agua, como la del flúor o el arsénico, por citar dos de los contaminantes naturales más comunes. Según la OMS, en unos 70 países hay más de 400 millones de personas afectadas por la contaminación por flúor en el agua y más de 140 millones sufren las consecuencias de la presencia de arsénico.

Lafluorosis es endémica en 22 países, especialmente en India, China, Etiopía y México. Y el arsénico está naturalmente presente en altos niveles en las aguas subterráneas de Argentina, Bangladés, México, Chile, China, India y EEUU. En estos casos, la captación de agua de lluvia forma parte de la solución, especialmente en las zonas de alta pluviosidad, como en Bangladés donde los sistemas de captación domésticos se han mostrado muy eficaces. 

 

Falta inversión

Allí donde se aplican correctamente, los programas de captación de agua de lluvia a menor escala, como los de uso doméstico, son una excelente herramienta para empoderar a las comunidades beneficiarias, ya que las instalaciones son sencillas, de funcionamiento intuitivo y facilitan enormemente la colaboración, lo que potencia su sostenibilidad. 

Sin embargo, es preciso conseguir financiarlas y esto es muy difícil de lograr en las zonas más deprimidas. La OMS ha establecido unas directrices para la calidad del agua de consumo humano que son de obligado cumplimiento para asegurar la salud. Las estructuras de captación y los filtros adecuados para cumplirlas son sencillos y no suponen una brecha tecnológica insalvable.

Es de esperar que la emergencia del mercado de captación de agua de lluvia, que alcanzó un valor de 1397,6 millones de USD en 2021, la facilite. Un estudio de la empresa de investigación IMARC Group, vaticina que el mercado de la captación de agua de lluvia alcanzará los 1809,7 millones de USD para 2027, con una notable una tasa de crecimiento anual compuesta (CAGR) de 4,37 % durante 2022-2027.

Otro factor determinante del éxito de las instalaciones es la afectación que está causando el cambio climático a la pluviosidad. Según el IPCC, en la mayor parte de las zonas asoladas por las sequías, lloverá menos y, en muchos casos, la lluvia será más violenta, por lo que la falta de infraestructuras de almacenamiento de agua puede provocar grandes pérdidas económicas debido a inundaciones y sequías, e imponer altos costos a la salud humana por el agua contaminada.

La captación de agua de lluvia es una opción de gran ayuda para lograr que el acceso al agua pueda seguir avanzando en zonas y ubicaciones en las que es difícil planificar infraestructuras de suministro a corto y medio lazo. Una ayuda para la adaptación al cambio climático y para empoderar a las comunidades más deprimidas. Es preciso lograr la inversión para lograrlo.