Las crisis hídricas han generado desde siempre crisis humanitarias y enfrentamientos que en muchas ocasiones bloquean las soluciones y acaban siendo utilizados por los estamentos de poder para sus propios fines. En las zonas rurales más abandonadas, la falta de conocimiento de la realidad del agua aumenta además la vulnerabilidad de la población ante los eventos extremos, como sequías e inundaciones, al limitar su prevención y su capacidad de respuesta.
El advenimiento de la telefonía móvil GSM y la Internet han posibilitado herramientas capaces de cambiar radicalmente la gestión de cualquier recurso o servicio. El caso del agua ha sido muy significativo: en la primera década de 2000, se hizo evidente la “brecha digital” entre los países que incorporaron las tecnologías de la información y comunicación (TIC) a la gestión hídrica y los que, en vías de desarrollo, se debatían aún por el acceso universal al agua y al saneamiento.
Datos para saber, datos para actuar
Sin embargo, aunque el avance es lento, ha habido notables mejoras en la implementación de la tecnología y varias iniciativas de éxito nos demuestran su valor: más allá de la solución de crisis súbitas (inundaciones, brotes contaminantes, rotura de presas, etc.), el acceso a los datos que ofrecen las TIC contribuye a desarrollar la cultura hídrica.
La falta de datos es una de las lacras que más perjudican la gestión de recursos vitales. Datos no sólo de las personas que viven en la escasez hídrica, sino de la escasez misma, de su dimensión y de sus causas. En su último Informe Mundial de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos 2023 la ONU Agua y la UNESCO señalan la importancia de obtener datos en tiempo real para una toma de decisiones efectiva capaz de aprovechar el agua y gestionar el saneamiento. La obtención de estos datos de forma participativa y compartida proporciona valiosos beneficios sociales.
En general, donde más amenazan la sequía y las inundaciones, menor capacidad de previsión existe, pues los sensores, la domótica, el big data y los algoritmos para extraer información están ausentes de las zonas áridas y semiáridas. Allí es común que las mujeres tengan que andar kilómetros para proveer de agua a su familia, y una sequía provoca hambrunas y desplazamientos forzados. Es el caso de muchos países sahelianos, donde los sistemas ecológicos se han desacoplado estas últimas décadas debido al desconocimiento de cuánta agua subterránea estaba disponible y era razonable utilizar en las épocas húmedas o en las estaciones lluviosas.
Transparencia y colaboración
Con frecuencia acceder a la información y compartirla de forma transparente plantea dificultades terminológicas que entorpecen la comunicación. El establecimiento de un lenguaje común es el primer paso para lograr la transparencia y poder asumir responsabilidades con conocimiento de causa sobre todo en lo referente a crisis de contaminación y al problema endémico de la sobrextracción.
Esto es especialmente importante en los casos de los acuíferos transfronterizos, cuya sobreexplotación es causa de enfrentamientos permanentes. La UNESCO señala en su informe como caso de éxito significativo el de la monitorización conjunta del acuífero transfronterizo Tuli Karoo, una una enorme masa de agua subterránea compartida por Botsuana, Sudáfrica y Zimbabue.
Antes de esta intervención, la monitorización del agua no se había gestionado de forma integrada, por lo que los datos en el espacio y el tiempo delsistema estaban muy limitados. La colaboración entre los tres gobiernos, la entidad regional (Instituto de Gestión de las Aguas Subterráneas de la Comunidad de Desarrollo del Sur de África) y la organización de la cuenca (la Limpopo Watercourse Commission) logró el diseño común del sistema de monitorización de las aguas subterráneas.
Ahora las comunidades tienen la posibilidad de evaluar a largo plazo y detectar los cambios anuales en el almacenamiento del acuífero debidos al cambio climático y a las extracciones de agua. Es una información que aumenta su capacidad de asegurar de forma sostenible la seguridad alimentaria y la resiliencia climática y elimina tensiones nacionales y étnicas.
Desarrollo de ciencia ciudadana, un impulso a la unión
Otro beneficio de los proyectos de monitorización compartida es el desarrollo del programa de ciencia ciudadana de la UNESCO. Es una alianza en la que voluntarios y científicoscolaboran para crear conocimiento, lo que se manifiesta como un factor poderoso para reforzar el desarrollo sostenible. Uno de los desafíos de esta iniciativa en un país en desarrollo es saber transmitir el valor del conocimiento científico, para que las comunidades se impliquen a largo plazo y creen un cambio cultural.
En Sudáfrica, la WaterResearch Commission está desarrollando una estrategia de ciencia ciudadana para implicar a las comunidades en la monitorización del agua. Se consigue con ello una mayor comprensión de los problemas hídricos, lo que lleva a un uso más racional y a la reducción de la contaminación por negligencia. El conocimiento logra también una reducción de las tensiones sociales y, a la larga, mayor resiliencia ante las crisis de sequía.
La capacidad de conocer en tiempo real el estado de acuíferos, ríos, lagos y de la red de suministro es una herramienta que además de proporcionar información que afecta al bienestar y la supervivencia de las personas, permite divulgar las ciencias del agua y las tecnologías asociadas a su cuidado. Los datos, cuando se obtienen de forma participativa y se sustentan en una cultura mejorada de conocimiento científico, son inteligibles, favorecen la reducción de conflictos e incentivan la visión sistémica más allá de los problemas locales para hallar soluciones que beneficien a todos.