Desde 1991, los mensajes lanzados por los expertos reunidos en la Semana Mundial del Agua (WWW) enfatizan más en la urgencia de acciones concretas, directas, efectivas sobre los problemas hídricos. En estas últimas ediciones, el término “urgencia” ha ganado presencia por la acumulación de situaciones extremas que han alarmado a la opinión pública. Este año se ha avanzado significativamente, y los expertos reunidos han clarificado el lenguaje de la amenaza resumiendo no sólo problemas sino acciones y actitudes, para que las soluciones sean entendidas y compartidas por todos.
Este año, más de 5.000 personas, de 150 países, han asistido a ocho seminarios clave que han contando con la participación de actores públicos y privados, científicos, ministros y responsables económicos venidos de todo el mundo. El evento, que se celebra a finales de agosto en Estocolmo, es sin duda la más influyente reunión internacional sobre el agua, y sus conclusiones marcan una agenda paralela y complementaria a la de los ODS.
El IPCC tenía razón, y la sigue teniendo
Este verano, en el que la acumulación de alertas hídricas y climáticas se han hecho extensivas a casi todo el hemisferio norte, el mundo está constatando con creciente preocupación como las situaciones climáticas extremas se vuelven “normales”. El evento se celebró en medio de una sequía que ha afectado a decenas de países normalmente no tan vulnerables a la escasez hídrica: ya no es necesario vivir en una zona árida o semiárida para tener problemas de agua. Se confirman al alza las previsiones del IPCC, por lo que es evidente que la cuenta atrás para lograr la sostenibilidad planetaria se acorta.
El lema de la WWW de este año, “Ver lo invisible: el valor del agua”, no necesita pues justificación. En la reunión, estuvo sobre las mesas de debate un estudio que propone una nueva aproximación al agua en la naturaleza: A planetary boundary for green water, liderado por la investigadora Lan Wang-Erlandsson ypublicado en la revista Nature. En él se define una “barrera planetaria” más de las nueve que estableció el Stockholm Resilience Centre: la relativa a la disponibilidad de “agua verde”, la existente en la lluvia, la evaporación y el suelo. El estudio concluye que ya hemos sobrepasado este límite y estamos poniendo en riesgo el ciclo hidrológico terrestre a causa del cambio climático antropogénico y los cambios en el uso del suelo: la deforestación, el regadío ineficiente y el aumento de los pastos sin control.
Necesitamos redefinir la naturaleza en relación con el agua
El estudio de Lan Wang-Erlandsson aboga por que la investigación científica y las evaluaciones medioambientales tengan en cuenta un factor que hasta ahora no se había considerado adecuadamente: el papel de la humedad del suelo en la zona de las raíces de la vegetación.
La idea, secundada por la mayoría de los expertos, es un factor clave para la resiliencia del sistema terrestre en vista de las interacciones ecológicas, climáticas y sociales que comporta ese agua íntimamente asociada a las plantas. De este modo, reconsiderando el concepto de la humedad del suelo, la aproximación al valor del agua invisible de los acuíferos y la de la atmósfera sienta las bases de una nueva relación con la naturaleza y con el inmenso capital natural del manto verde de la biosfera.
El agua es el centro
La propia Lan Wang-Erlandsson declaró en la apertura de la semana: “La alimentación es agua, la energía es agua. Todo está conectado con el agua”. Por su parte, Sandra Postel, la prestigiosa investigadora medioambiental, fundadora del Global Water Policy, y galardonada en pasado año con el Stockholm Water Prize, una distinción que a menudo se califica como el “Premio Nobel del Agua”, resumió que “la humanidad afronta tres crisis existenciales: la hídrica, la medioambiental y el cambio climático. Y la gestión del agua es un factor clave no sólo obviamente en la primera, sino también en las dos restantes”.
Para los científicos reunidos en Estocolmo es evidente que vamos a experimentar el cambio climático en gran medida a través de las alteraciones del ciclo del agua.El agua, que para muchos fue casi “ignorada” como problema en los inciertos Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) en 2000, y que ha merecido un ODS propio, el 6, en la Agenda 2030, se ha convertido en factor determinante de todos los problemas y, sobre todo, en todas las soluciones.
La conferencia sobre el clima COP 27 en noviembre, la conferencia sobre biodiversidad COP 15 en diciembre y la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Agua en marzo de 2023 serán de crucial importancia para que la comunidad internacional integre esta idea de forma definitiva.
Necesitamos más transformaciones sociales
La mayor parte de las sesiones coincidieron en que las transformaciones sociales profundas son la base de la resolución de los problemas a escala global y no al revés. Para ello, se hace imprescindible determinar cómo se pueden escalar las soluciones que se han demostrado eficientes en diferentes países o zonas, y comprobar qué medidas de gobernanza, educación y colaboración intersectorial hay que potenciar. Tenemos que lograr que el valor del agua sea comprendido por todos más allá de ideologías e intereses nacionales; ahondar en la concienciación con respecto al agua, y su implicación en todo el capital natural que existe en la Tierra es un principio que se plantea como la base las estrategias educativas y de comunicación que debemos diseñar colectivamente.
Las transformaciones tienen que liderarlas los más jóvenes. En este sentido, la evolución de la edad de los participantes en el evento es esperanzadora: en 2016, menos del uno por ciento de los participantes tenían menos de 35 años, este año han alcanzado el 33 %. Pero, en la sociedad en su conjunto, los jóvenes siguen estando ausentes en el proceso de toma de decisiones y esto debe cambiar. La desigualdad de género también es flagrante en el caso del liderazgo de las mujeres, quienes, siendo el colectivo que más sufre por la falta de agua, en amplias zonas del mundo todavía se enfrentan a barreras políticas y sociales para la participación. Ningún cambio genuino es posible si esto no se aborda con decisión.
Abramos los ojos: hay más soluciones de las que la mayoría de la gente piensa
La mayoría de los expertos subrayaron la importancia de afrontar los problemas hídricos, medioambientales y del calentamiento atmosférico de forma simultánea y coordinada, para conseguir multiplicar las posibles soluciones. Y vislumbrar oportunidades es lo que predispone a la gobernanza a generar marcos reguladores y de incentivos para las inversiones necesarias.
Un caso claro es el del enfoque de la economía circular, que extiende la generación de valor a una larga cadena de sectores que a su vez reciben beneficios y aportan más valor. La WWW 2022 mostró una amplia gama de ideas concretas que podrían reducir en gran medida el impacto de sequías e inundaciones al tiempo que promover puestos de trabajo: inversiones en saneamiento, agricultura regenerativa, planificación urbana inteligente, sistemas de alerta temprana y restauración de cuencas hidrográficas.
Tenemos que contemplar el agua de manera integral, reconociendo la conexión entre los ecosistemas terrestres, de agua dulce y del agua de los océanos, los inmensos generadores del gran ciclo hídrico de la naturaleza. Como afirmó Gabriela Suhoschi, directora de la Semana Mundial del Agua, “tenemos el potencial de poner al mundo en un rumbo más sostenible, a pesar de las tendencias preocupantes como la creciente polarización, los conflictos y las tensiones internacionales. Pero, para hacerlo, necesitamos una nueva narrativa sobre lo que es posible y una comprensión compartida de los objetivos que deseamos alcanzar”. La directora señaló que el evento quiere convertirse en “una conferencia sobre el agua para las personas en lugar de una conferencia para la gente del agua”.