Los contrastes en el uso del agua doméstica son enormes. Desde los 2.157 millones que no tienen cuarto de baño en casa, hasta los que consumen más de 600 litros cada día, hay una brecha abismal en la disponibilidad y el acceso. ¿Es justificable gastar cientos de litros en actividades cotidianas cuando millones de personas apenas alcanzan el mínimo vital?. Los datos son contundentes y nos llevan a reflexiones cruciales para el futuro del ODS 6.

¿Es razonable pasar 10 minutos bajo la ducha y consumir así 125 litros de agua? ¿No bastaría con cinco minutos? Para quienes pueden disfrutar de este hábito sin restricciones, la respuesta suele estar ligada al costo en la factura del agua. En regiones donde el suministro es caro, ahorrar 75 litros diarios puede suponer un alivio económico; en cambio, en zonas con abundante disponibilidad, el impacto puede ser casi imperceptible.

Sin embargo, el avance del estrés hídrico global y la creciente influencia del cambio climático sobre el acceso al agua introducen una nueva dimensión a esta reflexión. La cuestión deja de ser solo económica y se vuelve ética cuando se comparan los datos de consumo en distintas partes del mundo. Un ejemplo contundente: cada día, los ciudadanos de Estados Unidos y Europa, donde se encuentran algunas de las economías más prósperas, consumen más de 53.000 millones de litros de agua solo en duchas. Según la OMS, esta cantidad bastaría para cubrir las necesidades de toda la población de Nigeria durante 24 días. Esto provoca tres reflexiones:

Imagen We Are Water

¿Es justificable gastar cientos de litros en actividades cotidianas cuando millones de personas apenas alcanzan el mínimo vital? © pexels-israel-umba

Primera reflexión: el consumo de los que no tienen agua en casa

El caso de la ducha es el mejor relaciona el estilo de vida en el hogar con el consumo de agua y el que más contrastes socioeconómicos revela. La ducha se lleva alrededor del 30 % del agua en los hogares de los países económicamente más desarrollados, donde el 80 % del uso de agua domiciliar se concentra en el cuarto de baño.

Sin embargo, 2.157 millones de personas en el mundo no tienen un cuarto de baño ni una cocina con agua corriente en sus casas; es decir, ni siquiera tienen la posibilidad de gastar agua domiciliaria porque simplemente no la tienen. No pueden ducharse ni lavarse los dientes en casa.

Cuando en julio de 2010 la Asamblea General de las Naciones Unidas reconoció el derecho humano al agua y al saneamiento, señaló que el agua necesaria para cubrir las necesidades básicas debe estar entre 50 y 100 litros por persona al día.

En uno de nuestros primeros proyectos en los distritos rurales más abandonados de Etiopía, el consumo de agua por persona y día era de 5 litros, 45 litros por debajo del mínimo marcado por el Derecho Humano. Mediante la excavación de pozos y manantiales, logramos que los campesinos pudieran consumir más de 50 litros accediendo a los puntos de agua en menos de 30 minutos de camino para las mujeres de la comunidad. Conseguimos así que más de 50.000 personas alcanzaran el nivel mínimo que la OMS define como acceso “basico” al agua.

Imagen We Are Water

El caso de la ducha es el mejor relaciona el estilo de vida en el hogar con el consumo de agua y el que más contrastes socioeconómicos revela. © pexels-pixabay

Segunda reflexión: la sostenibilidad del agua en el hogar

Uno de los factores que muestran el gran contraste que marca el poder económico de la población es el consumo de agua. A mayor riqueza, más agua se utiliza, tanto a nivel de países como dentro de cada comunidad.

Esto nos lleva a la segunda reflexión: ¿Qué entendemos por el uso sostenible del agua doméstica? Para estas personas, sin cuartos de baño ni agua corriente en sus casas, el uso insostenible del agua de uso doméstico es difícil. Han aprendido a no desperdiciar ni una gota del agua que consiguen en las fuentes y pozos; podrían dar valiosas lecciones al mundo en este sentido.

Hay una enorme escala de usos que van desde el agua necesaria para sobrevivir a la que nos da la posibilidad de ducharnos dos veces al día, usar diariamente la lavadora y el lavaplatos, regar nuestras plantas, lavar el coche o llenar una piscina. Hay ciudadanos del mundo económicamente desarrollado que consumen más de 400 litros de agua diarios. Si nos atenemos a la definición de sostenibilidad, ¿cuáles son las necesidades futuras de los hijos y nietos de los que apenas llegan a los 50 litros y cuáles la de los habitantes de estas ciudades? ¿Qué futuro evocan los escolares de ambas comunidades al estudiar el ODS 6?

Imagen We Are Water

Lavar un coche con una manguera consume 200 a 500 litros, lo que equivale al consumo de agua de una familia de Burkina-Faso durante una semana. © pexels-karolina-grabowsk

Tercera reflexión: ¿Qué es malgastar el agua?

¿Malgastan el agua los que consumen 650 litros cada día? La respuesta es compleja y nos remite de nuevo al planteamiento ético de las duchas de 10 minutos. Muchos ciudadanos se adscriben al pensamiento que algunos europeos expresaban al ser preguntados en la encuesta de opinión pública Eurobarometer: “No puedo hacer nada”; para la mayoría de éstos, el agua que sobra retorna al medio y no se puede enviar a los que no la tienen a miles de kilómetros de distancia.

Sin embargo, la mayoría de encuestados sí que valora el poder de la concienciación en el uso abusivo de cualquier recurso, sobre todo del agua y especialmente en su uso negligente. En la vida doméstica hay innumerables ejemplos de “malgasto” cuyas equivalencias sensibilizan (datos del Banco Mundial, UNICEF y la OMS):

  • Lavar un coche con una manguera consume 200 a 500 litros, lo que equivale al consumo de agua de una familia de Burkina-Faso durante una semana.
  • Las cisternas de muchos inodoros modernos aún consumen entre 6 y 9 litros por descarga, lo que equivale casi al agua potable de todo un día para un habitante del Chaco-Chuquisaqueño
  • Dejar el grifo abierto mientras nos cepillamos los dientes puede desperdiciar hasta 12 litros de agua por minuto. Si una persona se cepilla los dientes dos veces al día y deja correr el agua, desperdicia más de 8.700 litros al año. Esta cantidad equivale al agua potable que un niño en los barrios marginales de Uganda consume en tres añ

La concienciación sí es útil

El agua es un recurso limitado, y cada vez necesitaremos más. En el último siglo, su consumo global se ha multiplicado por seis y sigue creciendo. Una ciudadanía informada y sensibilizada presiona más a los gobiernos para que incentiven la cooperación internacional, y a las empresas para que aceleren en sus políticas de ESG. Hay que seguir insistiendo en el contenido y los canales de comunicación adecuados para trasmitir el conocimiento sobre el ciclo del agua. Un conocimiento compartido facilitará la adopción de modelos de gestión eficaces porque serán propiedad intelectual de todos. Ahorrar agua en la ducha sí que sirve.