Sumnima no puede completar sus deberes escolares. Su madre la manda a por agua cada día a una fuente precaria que abastece a la aldea en la que vive, en la provincia de Karnali. Como otros 24 millones de nepalís, el 82% de la población, Sumnima no dispone de suministro de agua en su hogar y debe desplazarse para conseguirla.
En el corto Homework, finalista de la quinta edición del We Art Water Film Festival, se muestra las consecuencias que sufre Sumnima: no puede finalizar sus tareas escolares. Millones de adolescentes como ella se encuentran en esta situación en todo el mundo día tras día.
El corto Homework, finalista del We Art Water Film Festival 5, muestra como Sumnima, una alumna de una escuela de una aldea, no puede completar sus tareas escolares al tener que ir a buscar agua para su familia.
Cada año se emplean 45.000 millones de horas en ir a buscar agua. Significa una media de 125 millones de horas al día, que emplean principalmente las mujeres y niñas de las zonas más pobres del planeta. Son horas perdidas para el trabajo, la escuela, el hogar y la comunidad. En nuestra campaña #NoWalking4Water hay más detalles sobre esta lacra y contribuir a difundir un mensaje para acabar con este tiempo malgastado para el desarrollo personal, para la salud y las perspectivas de futuro.
Tras el terremoto, a Nepal le cuesta despegar
Nepal es el segundo país del mundo en recursos hídricos. Según el Banco Mundial posee el 2,7 % del agua dulce disponible en la Tierra, lo que lo convierte en el segundo país, tras Brasil, con mayor cantidad de reservas hídricas. Sin embargo, según el Programa de Monitoreo Conjunto del Abastecimiento del Agua, el Saneamiento y la Higiene (PCM) tan sólo 5,1 millones de sus habitantes, el 17,5%, tenían en 2020 acceso seguro al agua.
Las zonas rurales son las que se llevan la peor parte. En 2020, casi 20 millones de nepalís del entorno rural (el 74,46 % de la población) tenían que desplazarse fuera de sus domicilios a por agua. De todos ellos, casi un millón accedían a fuentes no seguras y más de 300.000 se veían obligados a abastecerse de aguas superficiales. En general, tan sólo el 15 % de la población rural nepalí tenía acceso a una fuente gestionada de forma segura.
Según el PCM, Nepal es de los pocos países del mundo en que esta proporción ha empeorado desde 2015, cuando eran 6,8 millones (el 25%) los que tenían acceso seguro al agua. Las causas de esta degradación cabe encontrarlas en unas infraestructuras envejecidas y en los terremotos que han dañado fuentes, instalaciones de suministro y de saneamiento.
El suministro de agua es muy vulnerable a los desastres naturales. Ya sea por un terremoto o una inundación, la primera consecuencia en una zona de acceso precario al agua es la contaminación de pozos y acuíferos. En los terremotos, los sistemas de suministro se deterioran, lo que se agrava en los países pobres que no disponen de inversiones en infraestructuras, y los afectados se quedan sin acceso al agua, a veces, como en el caso de Nepal, durante años.
Aún hoy, el país no se ha recuperado de la catástrofe. Desde la Fundación hemos colaborado en dos proyectos de ayuda. En el primer proyecto, con World Vision, suministramos bidones que ayudaron a unas 1.500 familias a transportar y almacenar agua para sobrevivir. En el segundo proyecto, con Intermón Oxfam, se enviaron más de cinco toneladas de agua y material de saneamiento. Con ello proporcionamos agua potable a más de 30.000 personas.
La amenaza del hielo menguante
La abundancia de agua del Nepal también está amenazada, ya que el calentamiento atmosférico está perjudicando notablemente a las reservas de hielo de las montañas. El deshielo de los casi 3.000 glaciares y lagos del Himalaya alimenta los más de 6.000 ríos y arroyos que fluyen por sus valles. Este enorme caudal, que abastece a más de mil millones de habitantes, aguas abajo, en India y Pakistán, está menguando. Recientes estudios alertan de que los hielos de la cordillera más alta de la Tierra van camino de disminuir entre un 70% y un 99% para 2100.
Nepal lucha para revertir la paradoja de la abundancia de recursos hídricos y la precariedad del suministro. Los últimos años ha emprendido ambiciosos proyectos de infraestructuras y renovado sus sistemas de gestión de agua y saneamiento. Lo que le permite afrontar el futuro con menor incertidumbre.