El tracoma es una enfermedad muy poco conocida. Pese a ser la principal infección causante de ceguera a nivel mundial, está ausente de las grandes alertas sanitarias y rara vez aparece en las estadísticas que se publican de los avances en el ODS 3, el objetivo que quiere garantizar a todas las personas una vida sana y promover su bienestar.
El tracoma está causado por la bacteria chlamydia trachomatis, que se transmite a las personas a través de determinadas especies de moscas que abundan en las materias fecales. Entre los humanos, la enfermedad se contagia por el contacto con las secreciones oculares y nasales de personas infectadas, especialmente los niños de corta edad, que son el principal reservorio de las bacterias. La falta de agua limpia para la higiene facial y ocular facilita notablemente el contagio, mientras que el saneamiento deficiente o su ausencia mantiene vivo el foco de la infección.
Es por ello que el tracoma ha venido afectando mayoritariamente a personas que viven en comunidades remotas de zonas, preferentemente tropicales, donde la falta de acceso al agua y la práctica de la defecación al aire libre son endémicas.
Cicatrices en los párpados, lesiones en las córneas
La enfermedad se manifiesta inicialmente con los síntomas de una conjuntivitis – inflamación y picor – y es por esta causa que su gravedad queda enmascarada, pues en muchos casos el propio sistema inmunitario, si es fuerte, supera la infección, que no vuelve a aparecer. Pero en las comunidades donde el tracoma es endémico, son frecuentes las reinfecciones a causa de la insalubridad del entorno y la falta de higiene, además de un sistema inmunitario deprimido debido a la desnutrición.
En estos casos, después de años de infecciones reiteradas, en el interior del párpado se acumulan cicatrices que impiden el correcto despliegue de éste sobre el globo ocular; el párpado queda doblado hacia adentro, lo que provoca una constante fricción de las pestañas contra el el globo ocular que acaba dañando la córnea de forma irreversible si no se trata a tiempo. En estos casos, las consecuencias son la discapacidad visual y la ceguera irreversible.
En las comunidades muy endémicas, la ceguera puede surgir en la infancia, aunque lo más frecuente es que se produzca entre los 30 y los 40 años. El número de mujeres ciegas cuadruplica al de los hombres, debido a que éstas están mucho más en contacto con los niños infectados.
El tratamiento del tracoma se basa en la cirugía de los párpados dañados para tratar la fase de la enfermedad que causa el deterioro de la córnea, y la administración de antibióticos para eliminar la infección. Son terapias de éxito si se aplican a tiempo y van acompañadas de medidas preventivas. Éstas pasan por las buenas prácticas de higiene, especialmente la facial, y la mejora del acceso al agua y al saneamiento, que son factores sin los cuales no puede existir la higiene y el entorno salubre.
Tres décadas de lucha
En la década de 1990, el tracoma era endémico en medio centenar de países tropicales. En 1993, la OMS adoptó la estrategia SAFE (Surgery, Antibiotics, Facial cleanliness and Environmental improvement – cirugía, antibióticos, higiene facial y mejora medioambiental) para liderar y coordinar los esfuerzos internacionales orientados a eliminar el tracoma como problema de salud pública. La estrategia dio un importante paso adelante cuando la Asamblea Mundial de la Salud, órgano decisorio supremo de la OMS, adoptó en 1998 la resolución WHA51.11, que tenía como objetivo la eliminación mundial del tracoma.
En 2016, ante la persistencia de la enfermedad en 44 países, la OMS se propuso erradicar la enfermedad para 2020. No se ha conseguido plenamente, pero sí se han logrado notables avances, pues 13 países comunicaron en enero de 2020 que habían alcanzado los objetivos de eliminación: Camboya, China, Gambia, Ghana, Marruecos, México, Myanmar, Nepal, Laos, Irán, Iraq, Omán y Togo.
De los 21 países en los que aún persiste el tracoma, los africanos siguen siendo los más afectados. Se calcula que 142 millones de personas viven aún en zonas en las que la enfermedad es endémica y están en peligro de contagio, y en las que 1,9 millones sufren ceguera por su causa; esta cifra representa aproximadamente el 1,4 % de los casos mundiales de ceguera.
Tracoma y covid-19
La pandemia de la covid-19 ha supuesto temporalmente un freno a la ejecución de la estrategia de la OMS. Sin embargo, un reciente estudio de la Royal Society of Tropical Medicine and Hygiene asegura que si bien la lucha contra el coronavirus ha interrumpido los esfuerzos de control basados en la comunidad, los modelos sanitarios predicen que los efectos negativos del retraso en la implementación de los programas de eliminación del tracoma serán mínimos, excepto en las zonas de alta prevalencia donde la situación puede empeorar.
En todos los casos el trabajo de detección, control y tratamiento sanitario de ambas enfermedades pueden beneficiarse de una misma estrategia común, ya que ambas comparten una alta prevalencia en las zonas más pobres y abandonadas, y ambas precisan de la implementación de programas de promoción de la higiene y el saneamiento a gran escala. Debe ser un doble triunfo.