La comunidad científica está redoblando las alertas sobre la salud del océano Ártico. En 2023, los niveles de su hielo marino cayeron al segundo nivel más bajo desde que se tienen registros. Se calcula que, en los últimos 30 años, el océano más boreal de la Tierra ha perdido el 75% de su capa helada. Los trabajos más divulgados y recientes son el Arctic Report Card del NOAA y el del National Snow and Ice Data Center (NSIDC, 2023).
¿Para cuándo el FIASY?
Algunos científicos del NOAA y de universidades estadounidenses ya apuntaron en 2020 que hacia 2035 podríamos alcanzar un acontecimiento nunca visto por el el ser humano: el primer año de verano ártico sin hielo, ya popularizado entre los divulgadores científicos como FIASY por sus siglas en inglés (First Ice-free Arctic Summer Year). Los más pesimistas ya se preguntan cuánto tiempo más existirá el Ártico tal como lo conocemos.
En el gráfico siguiente se ha divulgado profusamente . Se le ha nombrado la “espiral de la muerte del Ártico”. Muestra la evolución de la masa de hielo en miles de km3, mes a mes, desde 1979 a 2024.
¿Cerca del punto de inflexión?
Lo que sí está comprobado es que algunas de las tasas de calentamiento más rápidas de la Tierra se encuentran en el Ártico. La pregunta que con mayor preocupación se plantean los científicos es cuán cerca estamos del punto de inflexión de la pérdida de hielo, el momento a partir del cual la situación sería irreversible.
Hay un intenso debate científico en curso sobre este tema que es de importancia fundamental para cualquier estrategia de adaptación. El no retorno del hielo produciría cambios impredecibles para el clima en todo el mundo y, a buen seguro, nefastos.
Los polos se calientan más rápido
El calentamiento global afecta más a los polos que al resto del planeta. Desde 2022, se ha confirmado la “amplificación polar”, un fenómeno por el que los cambios en el balance de radiación neta producen variaciones de temperatura más pronunciadas en las regiones polares que en el promedio global. Este efecto es especialmente notable en el Ártico, que se ha calentado el doble que los trópicos desde mediados del siglo XX. El derretimiento acelerado del hielo de la Antártida también confirma el fenómeno.
Una cadena de efectos muy preocupantes
Específicamente, la pérdida de hielo en el Ártico conlleva consecuencias negativas muchas de las cuales ya estamos experimentando. Las podemos agrupar en cinco bloques:
1- Reducción del albedo, con retroalimentación positiva del calentamiento
Ya explicamos aquí con más detalle qué es el albedo y su importancia en la ciencia del clima: es un coeficiente que indica el porcentaje de radiación solar que una superficie refleja en comparación con la cantidad que recibe.
Las superficies con mayor albedo en la naturaleza son el hielo y la nieve, entre 0,70 y 0,90, lo que significa que reflejan la mayor parte de la radiación solar. El agua tiene un albedo más bajo que el hielo, variando entre 0,03 y 0,10. Cuanta más agua y menos hielo, más calor se absorbe y el sistema se retroalimenta.
2- La alteración de las corrientes marinas
La mayoría de los científicos llevan años alertando de que el deshielo de las zonas polares, sobre todo el de Groenlandia, tiene consecuencias en la dinámica oceánica.
Al norte del Atlántico el agua más fría más pesada se hunde y fluye hacia el sur por las zonas más profundas del océano, creando la denominada Circulación de Reversión Meridional del Atlántico (AMOC por sus siglas en inglés). Es una circulación de masas de agua provocada por las diferencias en su densidad.
Pero el agua dulce del deshielo es más ligera que el agua salada, por lo que “flota” en la superficie entorpeciendo el habitual funcionamiento del motor de la AMOC, especialmente la corriente del Golfo, el gigantesco “río” oceánico que parte del golfo de México y alcanza el norte de Europa y que incide directamente en el clima de Europa.
El debilitamiento de la AMOC podría llegar a un punto que tendría un “efecto dominó” en la dinámica de todos los océanos del planeta, alterando el equilibrio climático y los ecosistemas marinos.
3- Cambios en la circulación general atmosférica
El deshielo afecta también los patrones climáticos globales al reducir el gradiente de temperatura entre el Ártico y las latitudes más bajas. Esto podría influir en el curso del jet stream polar, la corriente en chorro que circula alrededor de los 60º de latitud en los dos hemisferios, en la frontera entre la troposfera y la estratosfera, a 9-12 kilómetros de altura.
La jet stream actúa como una “autopista” determinante de los sistemas de lluvias y tormentas. Su alteración acarrearía cambios significativos en estos sistemas y en la frecuencia de eventos climáticos extremos en regiones como Europa y América del Norte.
4- Atención al metano del permafrost
El calentamiento global está aumentando el derretimiento del permafrost, el subsuelo permanentemente congelado de las tierras árticas (puedes encontrar más detalles aquí). El fenómeno libera grandes cantidades de metano (CH₄) y dióxido de carbono (CO₂), los gases de efecto invernadero más conocidos, contenidos en la materia orgánica acumulada a lo largo de milenios y conservados gracias al frío.
En especial el metano es el gas más nefasto: se estima que ejerce un efecto sobre el calentamiento 33 veces mayor el CO₂ y su liberación masiva a la atmósfera sería una auténtica bomba climática.
5- El aumento del nivel del mar
El deshielo polar (el de Groenlandia, el océano Ártico y el continente antártico) aumenta el volumen total del agua y eleva el nivel del mar. Este fenómeno, unido a la expansión del agua marina, debida al aumento de temperatura, está ya causando inundaciones costeras y la salinización de acuíferos clave para la agricultura y el suministro de agua potable.
Se calcula que la pérdida de masa de los glaciares y la capa de hielo polar vierte al mar unas 670 gigatoneladas de agua cada año, lo que equivale a 268 millones de piscinas olímpicas.
Acción climática ya
La buena noticia también proviene de los informes científicos: la pérdida de hielo no es irreversible; podría recuperarse si las temperaturas del Ártico disminuyen. Para ello será necesaria una enorme reducción de las emisiones de combustibles fósiles. El problema es que en las sucesivas COP hemos logrado escasos avances a pesar de la evidente urgencia.
La comunidad científica insiste en que comunicar ciencia para concienciar a la sociedad civil. La historia demuestra que si los ciudadanos presionan, los gobiernos y las empresas actúan y la cooperación internacional se activa. Tenemos la responsabilidad de movilizarnos y empujar al poder político e institucional en este sentido.