En Liberia es difícil asearse. Nueve de cada diez habitantes del país subsahariano se lavan en fuentes públicas, cuando pueden hacerlo. De éstos nueve, siete no disponen de ninguna instalación de higiene personal en sus hogares, y dos, a pesar de que tienen por lo menos un lavamanos en sus casas, no pueden utilizarlo ya que no les llega el agua corriente o no tienen jabón.
Liberia, conjuntamente con la mayor parte de países subsaharianos y centroafricanos, encabeza la lista de los que más sufren este grave problema. Los habitantes de estas zonas son la mayoría de los casi 2.000 millones que en todo el mundo no tienen acceso a la higiene personal.
Varias son las causas del problema, pero la pobreza es el denominador común. La falta de suministro de agua potable, jabón y otros artículos de higiene, especialmente los de higiene menstrual, o la falta de ingresos de la unidad familiar son males endémicos en muchas zonas deprimidas. El factor cultural en el uso del jabón es otro que interviene con frecuencia y aleja a las personas de este elemento higiénico crucial para el mantenimiento de la salud.
El JMP (el Programa de Monitorización Conjunta de UNICEF y la OMS) calcula que, en 2022, los que no tenían instalaciones en sus casas eran unos 1.328 millones, y el número de los que, disponiendo de instalaciones, no podían usarlas, alcanzaban los 653 millones. Durante la pandemia de la covid-19, el mundo tomó consciencia de esta situación; no todos podían acceder a una práctica higiénica clave en la lucha contra el contagio: el lavado de manos
¿Qué entendemos por higiene personal?
La dimensión del problema es distinta en función del entorno y del significado de la higiene personal. Según la OMS, este concepto engloba las condiciones y prácticas que ayudan a mantener la salud y prevenir la propagación de enfermedades. Esto incluye: el lavado regular de manos con agua y jabón, la limpieza dental, el baño regular de todo el cuerpo, el cuidado de las uñas y del cabello, y la adecuada higiene menstrual.
Se hace evidente que en la dimensión del problema intervienen muchos factores geográficos, sociales, económicos y culturales. En general, hay dos mundos en los que la falta de aseo personal presenta contextos y soluciones notablemente diferentes: las zonas rurales abandonadas y los barrios deprimidos de las ciudades. En ambos mundos se da el denominador común de la pobreza.
La higiene en las zonas rurales pobres
En las zonas rurales pobres no tiene sentido práctico pensar en el suministro de agua en los hogares. Allí el eje de la higiene radica en el acceso suficiente a letrinas seguras dotadas lavamanos adecuados.
En todos nuestros proyectos de ayuda en la instalación de letrinas, un aspecto crucial, además de que los usuarios no entren en contacto con las heces y éstas se eliminen se forma segura, es la correcta utilización de las piletas lavamanos con suministro de agua corriente. Esto es imprescindible para completar la función sanitaria y proporcionar a los usuarios una instalación higiénicamente completa.
Podéis ver las especificaciones que definen una letrina de este tipo en el Manual de construcción de letrinas y pozos que recoge nuestra experiencia en proyectos de saneamiento por todo el mundo. Después de haber proporcionado saneamiento seguro a más de 3,6 millones de personas de las zonas rurales más deficitarias de Latinoamérica, África y Asia, podemos testimoniar que la reducción de enfermedades diarreicas es el indicador más fehaciente de los beneficios de la higiene.
Esto es especialmente importante en las escuelas, donde la práctica del aseo y del lavado de manos después del uso del baño y antes de las comidas se convierte en materia académica de alto valor, pues los escolares, además de mejorar su salud, constituyen la piedra angular del desarrollo de la cultura de la higiene en su comunidad. Es inadmisible que todavía, en 2022, más de 644 millones de escolares no tengan asegurado poder lavarse las manos en sus centros.
Igualmente trascendental en las escuelas es el desarrollo de la higiene menstrual. La mejor referencia que podemos dar es la de uno de nuestros proyectos en Malaui, en el que abordamos la higiene y educación menstrual en cuatro escuelas en los distritos de e Lilongwe y Chikwawa. La garantía de que las adolescentes puedan tener pleno acceso a la higiene menstrual es un factor integral e insustituible de cualquier planteamiento de saneamiento.
Más allá de agua limpia y letrinas seguras, las escolares necesitan instalaciones dedicadas en las que puedan lavar su ropa, acceso a suministros de higiene femenina y un profesorado capacitado para fomentar los cambios culturales entre los chicos, sus padres y el resto de la comunidad.
El aseo personal es un derecho humano
Frecuentemente, al enunciar el Derecho Humano al Agua y al Saneamiento y las metas del ODS 6, olvidamos que el aseo personal está intrínsecamente ligado a estos y debe considerarse también como un derecho humano fundamental y esencial para garantizar una vida digna y salubre.
Tener acceso a instalaciones adecuadas de higiene, agua potable y jabón no solo previene enfermedades, sino que también promueve el bienestar y la autoestima. Una higiene adecuada es vital para el desarrollo personal y social, y permite a las personas participar plenamente en la educación, el trabajo y la comunidad. Es un factor que interviene en casi todos los ODS. Los esfuerzos que gobiernos e instituciones hagan para garantizar el acceso al agua y al saneamiento deben ser simultáneos al trabajo por la higiene. Es la forma de cerrar el círculo de la salud alrededor del agua.