Makoko es un suburbio marginal de Lagos, la antigua capital de Nigeria, que es actualmente, con casi 25 millones de habitantes, la segunda ciudad más poblada de África. Makoko significa “pueblo de pescadores” que es lo que eran sus primeros pobladores hace unos 150 años. Sus casas, construidas sobre pilones asentados en el fondo poco profundo de una laguna salada, tuvieron antaño una especial belleza que hizo que al barrio se le conociera como la “Venecia nigeriana”
Pero ya nadie pesca en Makoko. Hoy, las aguas negras se extienden por debajo de las viviendas y sus habitantes viven en uno de los barrios marginales más insalubres del mundo. Durante décadas, los residentes de Makoko no han tenido acceso a un saneamiento básico, ni a electricidad. Sí existen letrinas comunales, pero han de ser compartidas por unos 15 hogares; y las aguas fecales, los residuos de cocina y todo tipo de materiales van directamente al agua debajo de donde viven. El agua potable llega por unas conducciones pagadas por los propios residentes que, según el último censo de 2012, forman una comunidad de 85.000 vecinos. (Una cifra poco fiable: ver los invisibles del agua).
Actualmente la malaria, las enfermedades respiratorias y la desnutrición son males endémicos en Makoko. La comunidad se ve amenazada por el desalojo que está impulsando el gobierno nigeriano que pretende construir una prolongación del lujoso barrio de isla Victoria y lavar la imagen de la ciudad.
A esta complicada situación se le suma el cambio climático que ha hecho que las inundaciones sean cada vez más violentas, poniendo a prueba la resiliencia de la población frente a un empobrecimiento reptante.
Esperanza flotante
Ante la ausencia de una decidida voluntad gubernamental por aliviar los problemas de Makoko, han surgido proyectos entre los urbanistas y arquitectos nigerianos que han conseguido aportar un atisbo de esperanza al suburbio. El más destacado es el de la Makoko Floating School de Kunlé Adeyemi, un proyecto que contó con el apoyo de la Fundación Heinrich Böll y las Naciones Unidas.
Se trata de una estructura flotante de forma prismática que es totalmente autónoma: recoge el agua de lluvia, genera energía solar y recicla el agua residual, y es además inmune a las subidas de nivel del agua por las inundaciones. Adeyemi ha concebido la escuela como un edificio para ser replicado y poder así urbanizar zonas similares a las de Makoko, empoderando a sus vecinos frente a las necesidades de agua y energía, y evitando la contaminación residual. El arquitecto nigeriano también impulsa un proyecto de investigación más amplio, el Africa Water Cities, con el objetivo de combatir los efectos del cambio climático en cuanto a inundaciones y subida del nivel del mar en las ciudades africanas.