Con las ONG con las que colaboramos lo solemos llamar “apropiación comunitaria”: un sentimiento de pertenencia y de conciencia colectiva que fortalece de un modo muy especial a aquellos que antes no tenían acceso al agua y saneamiento y ahora los tienen. La ayuda recibida se convierte en un activo esencial para la comunidad, la puerta hacia la prosperidad, un cambio radical en sus vidas y una garantía sólida de supervivencia. Con agua se puede cultivar, alimentar al ganado, erradicar enfermedades y combatir la desnutrición. Surge la oportunidad del trabajo que, por más duro que sea, dará sus frutos.
Si las escuelas tienen agua, saneamiento e higiene, los jóvenes pueden completar sus estudios y toda la comunidad aprende de la relación del agua con la tierra, una tierra que nadie quiere abandonar. Se aprende a sobrevivir y a compartir. No hay nada más poderoso en términos de solidaridad que el agua compartida y esta es la base de la sostenibilidad y el fruto más valioso de nuestros proyectos.
Un nuevo valor económico surgido del agua
La apropiación comunitaria es esencialmente solidaria y la base de lo que el Banco Mundial denominó “prosperidad compartida” en el primer Foro Mundial del Agua, una reunión internacional organizada en 1997 en Marrakech. Por entonces, el mundo ya se enfrentaba a una crisis hídrica mundial, aunque ésta no había trascendido a los medios de comunicación, ni las perspectivas eran tan preocupantes como lo son en la actualidad. Del Foro surgió la “Visión Mundial del Agua”, una declaración que consideraba el acceso al agua como el factor imprescindible para reducir al 3 % el número de personas con ingresos diarios de menos de 1,25 USD para 2030.
El mes pasado, en Bali, el Foro Mundial del Agua llegó a su décima edición, con la participación de 160 países y más de 64.000 expertos. El lema fue “Agua para la prosperidad compartida”, y el Banco Mundial, conjuntamente con el GWSP y el Gobierno de Indonesia se encargó de difundir un informe con el mismo nombre, antes de la reunión, algo excepcional que revela su importancia.
14 años de prosperidad compartida
Las conclusiones del documento, que cita 31 informes internacionales, y las directrices que promueve constituyen una hoja de ruta actualizada para el difícil camino para alcanzar o, por lo menos, aproximarnos a la consecución del ODS 6. Todas ellas son una constante en cada uno de los 96 proyectos que hemos desarrollado en 14 años de trabajo en 38 países. Cada una de las más de 3,7 millones de personas a las que hemos beneficiado está experimentando los beneficios de la prosperidad compartida.
En salud y educación
El agua se ha convertido en el núcleo de la igualdad de oportunidades en salud y educación, algo fundamental durante las primeras etapas de la vida. Los menores de 15 años de las comunidades rurales a las que hemos proporcionado un acceso seguro han tenido más probabilidades de lograr una mejor educación, lo que ha mejorado el capital humano en base a la cohesión social que proporciona la capacidad de trabajo eficiente. La consecuencia se ha hecho evidente allí donde hemos intervenido: freno a la migración a las ciudades y un desarrollo de la cultura del agua, la mejor herramienta para crear resiliencia climática.
Los beneficios se multiplican en el caso de las intervenciones en agua, saneamiento e higiene en los propios centros educativos. Lo atestiguan los más de 322.000 beneficiarios de los 26 proyectos en escuelas de 16 países. Los menores se han ido convirtiendo en los agentes del cambio hacia la cohesión social, otra de las directrices del informe que aboga por que los recursos hídricos se gestionen de manera eficaz y equitativa. En las comunidades de estos estudiantes, el conocimiento ha proporcionado confianza, inclusión y cooperación.
En la mejora del medio ambiente
En el Foro Mundial del Agua el medio ambiente adquirió un protagonismo excepcional. El agua proporciona un hábitat para la vida acuática, fomenta la biodiversidad y permite el transporte de nutrientes dentro y entre los ecosistemas. También actúa como regulador de la temperatura y define los patrones meteorológicos y climáticos. El agua crea paisajes a través de la erosión y la sedimentación.
Todos son resultados tangibles de los 16 proyectos en los que hemos incidido específicamente en la recuperación de los acuíferos y los cuerpos de agua. Unos 50.000 agricultores testimonian la estrecha relación entre la salud medioambiental y la diversificación y productividad de sus cultivos. El caso de la construcción de pequeños embalses en India es el mejor ejemplo de ello.
El poder del agua compartida
El agua tiene un poder ulterior que va más allá del beneficio inmediato que proporciona a los que no la tienen. Nada asegura más la solidaridad que compartir el agua y alrededor de ella las personas se cohesionan con el objetivo común de la prosperidad. Compartir es la base de la sostenibilidad, de la resiliencia y de la paz, y cuando se comparte agua no hay marcha atrás: las comunidades emergen de la pobreza y avanzan con mayor autosuficiencia. Es un objetivo de todos que este poder esté al alcance de los que aún no lo tienen.