La obtención rápida de datos que caractericen un problema es el punto de partida para solucionarlo. En el ámbito del agua y el saneamiento, el “tiempo real” se ha convertido en un parámetro esencial: desde alertas por inundaciones y contaminación, hasta garantizar la seguridad hídrica de comunidades enteras.
Tradicionalmente, estos datos provienen de una red de sensores instalados en las cadenas de potabilización y tratamiento de agua para controlar la contaminación, así como en cauces de ríos y rieras donde los sensores de caudal alertan sobre crecidas. Estas tecnologías son características de las economías avanzadas, que han desarrollado el concepto de smart water: redes inteligentes, muchas ya gestionadas por inteligencia artificial.
En la actualidad, estos sistemas monitorean las redes de suministro y saneamiento de las más importantes urbes del mundo desarrollado y son determinantes en la garantía de la calidad de los servicios hídricos; no obstante, no abarcan la vastedad planetaria del agua dulce, la que más está en riesgo por el cambio climático y el aumento de la contaminación.
Una visión global: una sola agua para todo el planeta
En los últimos años, se han multiplicado las iniciativas que complementan estos sistemas tradicionales y abarcan tanto al agua dulce como a la marina. Estos proyectos no solo generan conocimiento científico y tecnológico esencial, sino que también buscan hacerlo accesible a los ciudadanos, incentivando su participación activa en el mapeo del agua.
Podemos agrupar estas iniciativas en dos categorías: aquellas que se basan en datos recolectados por las observaciones de las personas y aquellas que utilizan la tecnología satelital más avanzada. Ambos enfoques se complementan y aportan beneficios clave para el monitoreo y la gestión sostenible del agua.
1 -Las observaciones locales
Estas iniciativas que están revolucionado la percepción ciudadana de los problemas de acceso al agua, ya que generan datos sin intermediarios que se presentan a través de plataformas en línea sencillas y didácticas que no solo garantizan un alto nivel de fiabilidad, sino que también estimulan la participación activa.
Un proyecto que destaca el papel crucial de las personas en la observación del agua es FreshWater Watch, una iniciativa lanzada en 2012 por Earthwatch Institute, una organización internacional sin fines de lucro dedicada a la ciencia participativa y la conservación ambiental. A través de este programa, voluntarios de todo el mundo recopilan datos clave sobre el agua, como la turbidez y los niveles de nutrientes, en fuentes locales. Estos datos se integran en una plataforma global y sirven como base para investigaciones científicas y la formulación de políticas públicas.
FreshWater Watch se ha expandido a nivel mundial y ya está disponible en 10 idiomas. Su impacto es particularmente significativo en regiones que enfrentan graves problemas de acceso al agua potable. La plataforma no solo recopila datos, sino que también empodera a los participantes mediante materiales de capacitación en línea que garantizan la precisión en la recolección de datos. Además, ofrece recursos educativos sobre el ciclo del agua, fomentando un conocimiento más profundo y una participación más informada.
Otra iniciativa que conecta directamente a los ciudadanos con los datos sobre el estado del agua es el Watershed Pollution Map, desarrollado en el Reino Unido por Watershed Investigations, un grupo de investigación independiente promovido por periodistas ambientales. Este proyecto surgió como respuesta a la limitada cobertura mediática sobre el estado del agua, con el objetivo de informar y divulgar con rigor científico.
Los datos del Watershed Pollution Map provienen de múltiples fuentes, incluidas agencias gubernamentales, investigaciones académicas y registros públicos, y se actualizan regularmente para reflejar cambios en el medio ambiente y en las políticas ambientales. La plataforma recopila más de 120 conjuntos de datos que detallan las fuentes de contaminación que afectan ríos, lagos, aguas subterráneas, costas y otros ecosistemas acuáticos.
El Watershed Pollution Map destaca por su plataforma interactiva, que permite a los usuarios identificar problemas específicos en diferentes áreas y visualizar las zonas afectadas por diversos tipos de contaminantes. Este enfoque combina accesibilidad y precisión, promoviendo un conocimiento más profundo y una mayor conciencia sobre los desafíos relacionados con la calidad del agua.
2 – Datos satelitales: la alta tecnología al alcance de todos
En 2009, los satélites GRACE (Gravity Recovery and Climate Experiment), mediante la detección de diferencias en la gravedad terrestre producidas por fluctuaciones en las masas de agua, lograron reproducir una cronología de los cambios en el almacenamiento de agua subterránea. Era la primera vez que una tecnología satelital lograba mapear el agua subterránea, obteniendo valiosos datos y abriendo así nuevas perspectivas a la gestión hidrológica, la previsión de hambrunas y la lucha por la adaptabilidad al cambio climático.
Una de las conclusiones desató la alarma de los hidrólogos de India y de los analistas de la FAO: los acuíferos de la cuenca superior del Ganges descendían de nivel a un ritmo de 33 cm en su capa freática cada año. El estudio concluía también que 108 kilómetros cúbicos de agua subterránea habían desaparecido de los acuíferos de esta región entre 2002 y 2008. Es una cantidad enorme, equivalente al triple del agua embalsada en el lago Mead por la presa Hoover, que es la mayor reserva hídrica de EEUU.
En los últimos años, varios proyectos satelitales han enfocado sus esfuerzos en generar información accesible tanto para científicos como para el público general. Estas iniciativas no solo buscan avanzar en la comprensión científica, sino también democratizar el acceso a los datos, fomentando un mayor entendimiento de los problemas hídricos globales y su relación con el cambio climático.
Uno de los proyectos más destacados es el Copernicus Sentinel-2, un programa de observación terrestre de la Unión Europea que ofrece imágenes de alta resolución de cuerpos de agua y sus alrededores. Este sistema es especialmente efectivo para medir parámetros como la turbidez, el crecimiento de algas y las características químicas de la superficie del agua. Además, sus datos se presentan en una plataforma interactiva que ha mejorado significativamente su accesibilidad, permitiendo tanto a científicos como a ciudadanos explorar y entender mejor los datos recopilados.
Los programas satelitales están proporcionando una cobertura histórica muy valiosa para los estudios climáticos y del ciclo del agua. Por ejemplo, el Global Surface Water Explorer es una máquina del tiempo virtual que mapea la ubicación y distribución temporal de las superficies de agua a escala global durante las últimas 3,8 décadas, y proporciona estadísticas sobre su extensión y cambios.
Por otro lado, los sensores satelitales MODIS (Moderate Resolution Imaging Spectroradiometer) son herramientas esenciales para analizar tendencias a largo plazo en parámetros como la temperatura superficial del agua, la concentración de clorofila y el color del agua. Estos datos son fundamentales para entender cómo los cambios ambientales y climáticos están afectando los ecosistemas acuáticos a nivel global.
Estas plataformas, que alimentan con datos a los mas avanzados sistemas de inteligencia artificial, están cerrando la brecha de información sobre la calidad del agua, desempeñando un papel clave en la toma de decisiones políticas y fomentando la participación de diversos actores, desde científicos hasta ciudadanos.
Su impacto va más allá de la recopilación de datos. Democratizan el acceso a información crucial, empoderando a las comunidades y promoviendo una gestión hídrica más transparente e informada. Se han convertido en aliadas imprescindibles para enfrentar los desafíos globales del agua, integrando ciencia, tecnología y ciudadanía en un esfuerzo conjunto.