El valor (¿financiero?) del agua

© Carlos Garriga / We Are Water Foundation

La cotización de los derechos al agua en California en la bolsa de Wall Street ha generado polémica e inquietud por la influencia negativa que ello pueda tener en la salvaguarda del derecho humano al agua. Es la respuesta del mercado libre a un bien escaso sometido a altibajos de disponibilidad y precios a causa principalmente de la crisis climática y el incremento de la demanda. Es un factor que abre la perspectiva a una especulación financiera que debe evitarse.  

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El cambio climático hace prever en la costa oeste de EEUU un incremento de las sequías, lo que dispara el valor físico del agua y, por consiguiente, el financiero.  © bluesbby.

El pasado 7 de diciembre, el agua cotizó en el mercado de futuros de Wall Street. En realidad se comenzó a intercambiar el Nasdaq Veles California Water Index (NQH20), el primer índice de precios del agua que fue creado hace un par de años en California. La noticia ha generado polémica internacional, especialmente en los países industrializados que sufren estrés hídrico y en los que viene siendo tradicional la controversia y los vaivenes políticos entre la gestión pública y privada del agua. La inquietud también se ha establecido entre quienes trabajan por la consecución universal del ODS 6, el objetivo de desarrollo sostenible cuya consecución debe garantizar el acceso universal al agua, un derecho humano reconocido internacionalmente y vital para el planeta.

 

Los mercados de futuro, una práctica muy antigua

 ¿Qué significa que el agua cotice en bolsa? Es preciso aclarar varios puntos. El primero es qué significa el mercado de futuros. Este tipo de mercados consisten en la realización de contratos de compra o venta de ciertas materias a una determinada fecha en el futuro, pactando la parte compradora y la vendedora, en el momento del contrato, el precio, la cantidad y el vencimiento.

 En realidad, los contratos a futuro se vienen realizando desde la época de la Grecia clásica, aplicándose principalmente a los productos de primera necesidad, como los granos o el aceite, aunque su uso se ha extendido con el tiempo a productos como el oro, el algodón o el petróleo. Estas transacciones nacieron con el propósito de controlar los riesgos por posibles fluctuaciones en la disponibilidad y precios de los bienes.

Sin embargo, en el caso del agua es importante señalar que no se trata de comprar y venderel agua directamente, como si fuera trigo, soja, petróleo u oro, si no los derechos de acceder a la misma, y esto supone una diferencia respecto a los mercados de futuros en los que sí se intercambian estos bienes.

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En Australia, como en otros muchos países, las administraciones públicas son las que conceden derechos de uso del agua mediante concesiones.  © Justyna Lewko.

En realidad, este tipo de transacciones están siendo habituales en muchos países con una agricultura de regadío desarrollada y con una alta demanda urbana que están sometidos a estrés hídrico, como es el caso de Australia, Chile, España, Sudáfrica, Irán, India y amplias zonas de EEUU. En estos casos, son las administraciones públicas las que conceden derechos de uso del agua mediante concesiones, y son las propias administraciones las que avalan y velan por la correcta gestión y venta para que se respete el derecho humano al agua.

 

La salida a bolsa, un hecho histórico

Pero si bien no es nuevo que se intercambien o firmen contratos de compraventa de derechos de uso del agua,el lanzamiento de este índice de precios en la bolsa de Wall Street es una novedad histórica. Desde una óptica meramente financiera, en una economía de libre mercado como la estadounidense, es la evolución lógica de un bien imprescindible que se ha vuelto escaso.

Es el caso de California, donde la disponibilidad de agua y su precio sufren endémicas fluctuaciones en función principalmente del clima, la contaminación o el incremento de la demanda. Hay que tener en cuenta que precio por metro cúbico de agua en California se duplicó en 2019, mientras que en la actualidad sigue aumentando la demanda a causa del crecimiento demográfico y el Gobierno no acaba de controlar la contaminación de ríos y acuíferos. Por otra parte, el cambio climático, que ya está deteriorando sensiblemente la costa oeste de EEUU, hace prever un incremento de las sequías, lo que dispara el valor físico del agua y, por consiguiente, el financiero.  

Así pues, el índice NQH20 es una forma de medir el precio a futuro de los contratos de acceso al agua en California. Con ello, las licencias, permisos o derechos de agua se ponen a la venta al mejor postor.

 

La amenaza de la especulación financiera

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El valor del agua no puede ser solo financiero: se basa en otros activos imprescindibles como la preservación del capital natural medioambiental y la consecución de casi todos los ODS. © UN Photo/Albert González Farran.

Los economistas defensores del libre mercado aseguran que, debido a la creación de incentivos económicos, la cotización bursátil de los derechos del agua mejorará su gestión y la eficiencia de su uso, hasta ahora muy deficientes en muchas cuencas sometidas a estrés hídrico. Los incentivos se generarán de la venta de excedentes en la bolsa, lo que proporcionará – afirman – liquidez para financiar inversiones que mejoren la conservación del agua, garantizando así la seguridad hídrica en un futuro de riesgo.

Los detractores de la salida a bolsa sostienen que el hecho de que precio internacional del agua fluctúe en función de la oferta y la demanda es una deformación de su auténtico valor. La introducción en el mercado de otros actores meramente interesados en los beneficios económicos deja abonado el terreno a la especulación financiera, y es evidente que la explotación desregulada de los recursos hídricos proyecta así un negocio que se hará cada vez más atractivo para los fondos de inversión.

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Para los más de 800 millones de personas que no tienen acceso suficiente a agua potable, el valor de ésta es salud, educación, igualdad de género y posibilidad de desarrollo. © Hamish John Appleby for IWMI.

La especulación con el agua podría tener nefastas consecuencias en la brecha social entre países pobres y ricos, en la estabilidad política y en el futuro ecológico del planeta. También podría hacernos olvidar que el valor del agua se basa en otros activos imprescindibles como la preservación del capital natural medioambiental y la consecución de casi todos los ODS. Para los más de 800 millones de personas que no tienen acceso suficiente a agua potable, el valor de ésta es salud, educación, igualdad de género y posibilidad de desarrollo; significa no tener que migrar huyendo de la pobreza y poder alimentar a su familia; significa dignidad y justicia. No son valores financieros, pero son mucho más necesarios para la consecución de un planeta sostenible y ético.

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El valor del agua es seguridad alimentaria. ©Philip Junior-unsplash.