No hace falta comparar el retroceso de los glaciares con fotografías antiguas. En solo una década, cualquiera que viva cerca de montañas alpinas ha podido constatarlo. En muchas regiones situadas entre los 2.000 y 4.000 metros de altitud, algunos glaciares han desaparecido por completo. Es la prueba visual más impactante del calentamiento global, y sus consecuencias nos afectan a todos, vivamos o no cerca de las montañas. Los glaciares son una vara de medir inapelable de cómo tratamos a la atmósfera.
El último informe de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) respalda estas observaciones con datos irrefutables: en 2023, los glaciares perdieron más de 600 gigatoneladas de agua, la mayor pérdida de masa registrada en los últimos 50 años.
Casi 2.000 millones de personas dependen de la escorrentía del deshielo estacional de los glaciares que fluye aguas abajo alimentando ríos y acuíferos. El rápido derretimiento está provocando que este flujo disminuya y se vuelva incierto. © Najeebullah Azad© Najeebullah Azad
El hielo no es la nieve
Es fundamental comprender los glaciares y aclarar conceptos que suelen generar confusión en la opinión pública. Los climatólogos insisten en distinguir entre la nieve y el hielo glaciar, ya que son estados del agua con estructuras, procesos de formación y efectos climáticos muy distintos.
- La nieve es agua congelada en forma de cristales que se forma en la atmósfera. Es ligera, porosa y puede compactarse con el tiempo.
- El hielo glaciar, en cambio, se forma cuando la nieve acumulada se compacta y recristaliza, expulsando el aire atrapado. Este proceso puede durar décadas, siglos o incluso milenios en las grandes capas de Groenlandia y la Antártida. El hielo glaciar es más denso, oscuro y se desplaza como un río de hielo bajo la acción de la gravedad.
El Día Mundial del Agua pone el foco en el retroceso global de los glaciares. © Karson
Distinguir entre ambos es clave para evitar la confusión, aún presente en algunos medios, entre Meteorología y Climatología. Las nevadas son fenómenos meteorológicos pasajeros, mientras que los glaciares reflejan la evolución climática a largo plazo. Su deshielo actual es consecuencia del aumento progresivo de la temperatura en los últimos 50 o 60 años.
La importancia del hielo glaciar sigue siendo poco conocida. Su pérdida tiene tres consecuencias principales que afectan al planeta de manera profunda:
1. Disminución del almacenamiento natural de agua
La UNESCO señala que entre 2000 y 2020 los glaciares perdieron aproximadamente 1.163 gigatoneladas (Gt) de hielo, lo que equivale a un promedio de 58 Gt por año. Esta cantidad es comparable al volumen total de agua consumido anualmente en Francia y España juntas.
Casi 2.000 millones de personas dependen de la escorrentía del deshielo estacional de los glaciares que fluye aguas abajo alimentando ríos y acuíferos. El rápido derretimiento está provocando que este flujo disminuya y se vuelva incierto.
Las advertencias científicas sobre este fenómeno datan de la década de 1990, y con cada estudio se han ido confirmando y agravando. Un caso paradigmático es el Himalaya: en 2009, los satélites GRACE de la NASA detectaron que los acuíferos de la cuenca superior del Ganges —que abarca 907.000 km² y sustenta a casi el 8 % de la población mundial— descendían a un ritmo alarmante de 33 cm por año en su nivel freático. Aunque la sobreexplotación agrícola era un factor clave, gran parte de esta pérdida se aceleraba por el retroceso glaciar.
Nuevos estudios en 2018 confirmaron esta tendencia y lanzaron una advertencia aún más severa: si el calentamiento global continúa al ritmo actual, los glaciares del Himalaya podrían perder entre un 70 % y un 99 % de su volumen para 2100. En menos de un siglo, la imagen icónica de las inmensas cordilleras blancas coronadas por el Everest podría transformarse en un paisaje gris de rocas desnudas.
2- Aumento del nivel del mar
Cuando se derrite la nieve estacional, su impacto en el nivel del mar es menor, ya que suele reponerse cada año. En cambio, el deshielo glaciar es crítico, pues libera agua almacenada durante milenios, contribuyendo al aumento del nivel del mar de forma irreversible.
La intensificación del derretimiento de los glaciares contribuye significativamente al aumento del nivel del mar a escala mundial, que hoy se encuentra unos 20 centímetros por encima del nivel de 1900. Solamente el hielo glaciar de Groenlandia podría aumentar el nivel del mar en 30 centímetros para 2100.
Por lo que respecta a los glaciares de montaña (alpinos), desde 1961, han perdido más de 9.625 gigatoneladas de hielo, lo que ha provocado un aumento del nivel del mar de 27 milímetros. Actualmente, los glaciares de montaña están perdiendo alrededor de 335 gigatoneladas de hielo por año, lo que contribuye a un aumento del nivel del mar de casi 1 mm anual.
3-Retroalimentación del calentamiento
Cuando un glaciar se retira, deja al descubierto su lecho glaciar. Generalmente es un suelo cubierto de rocas y sedimentos transportados a lo largo de los años por el hielo, lo que se denomina morrena. Si la depresión se llena de agua, se forma un lago proglaciar. La morrena y el lago proglaciar tienen diferente grado de absorción de la energía solar respecto al hielo.
Ya explicamos aquí con más detalle qué es el albedo y su importancia en la ciencia del clima: es un coeficiente que indica el porcentaje de radiación solar que una superficie refleja en comparación con la cantidad que recibe.
Las superficies con mayor albedo en la naturaleza son el hielo y la nieve, entre 0,70 y 0,90, lo que significa que reflejan la mayor parte de la radiación solar. El agua tiene un albedo más bajo que el hielo, variando entre 0,03 y 0,10. Las morrenas tienen también un albedo bajo (10-30%), absorben más calor y favorecen el calentamiento local. A medida que el hielo retrocede y deja expuestas más morrenas y lagos, la absorción de calor aumenta, acelerando aún más el derretimiento y el calentamiento local.
¿Dónde están los puntos más críticos? El foco de la ciencia.
La degradación de los glaciares es una preocupación creciente a nivel global, sin embargo hay unas zonas geográficas que focalizan la atención de los científicos y acumulan estudios reveladores:
- Groenlandia
Aunque técnicamente no es un glaciar de valle o de montaña, la capa de hielo de Groenlandia se considera un inlandsis, una enorme masa de hielo que cubre un área de más de 50.000 km² que tiene un impacto muy significativo en el nivel del mar y el ciclo del agua. Además, en los márgenes costeros de esta capa hay numerosos glaciares de descarga que transportan el hielo hacia el océ Estos glaciares se comportan de manera similar a los glaciares convencionales, fluyendo y desprendiéndose en forma de icebergs. - Patagonia chilena
Estudios recientes indican que los glaciares de esta región están experimentando un derretimiento acelerado. Los glaciólogos (los científicos especializados en el estudio de los glaciares) proyectan una pérdida de entre el 25% y el 70% del volumen glaciar para finales de siglo.
Alpes europeos
Han perdido un tercio de su volumen en los últimos veinte años. Por ejemplo, la Mer de Glace en el macizo del Mont-Blanc ha retrocedido un kilómetro y perdido 160 metros de espesor, como atestiguan las numerosas fotos aparecidas en los medios. Incluso en los escenarios más optimistas, se estima que al menos un tercio del volumen de los glaciares europeos desaparecerá para 2050.
Cuando un glaciar se retira, deja al descubierto su lecho glaciar. Generalmente es un suelo cubierto de rocas y sedimentos transportados a lo largo de los años por el hielo, lo que se denomina morrena. Si la depresión se llena de agua, se forma un lago proglaciar.© freepick
Centinelas del cambio climático
La desaparición del hielo es una de las señales más evidentes y directas del calentamiento global. Por eso, es una poderosa herramienta para sensibilizar sobre la urgencia de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Conocer la importancia del hielo como reserva de agua dulce y regulador climático es crucial para movilizar las acciones de mitigación y planificar la adaptación en las zonas del mundo cuyo abastecimiento de agua depende directamente de la estabilidad de los glaciares.
El lema del Día Mundial del Agua de este año, “Conservación de los glaciares”, es un llamamiento en este sentido. Cada esfuerzo cuenta para intentar frenar el calentamiento global y no superar el umbral crítico de 1,5 °C.