En el altiplano andino los grandes lagos, como el Titicaca y el Poopó, han aglutinado la vida desde los inicios de la historia. Alrededor de ellos floreció la civilización Tiahuanaco en 1.500 AC, y más tarde, en el siglo XV, el Imperio Inca les asignó un importante significado religioso: Wiracocha, el creador del mundo, mandó que de las aguas del Titicaca surgieran el Sol, la Luna y las estrellas, y subiesen al cielo para dar su luz al mundo. También la tradición incaica sitúa a los fundadores de su imperio, Manco Cápac y Mama Ocllo, como nacidos de la espuma de las aguas del lago.
El lago Titicaca está conectado con el lago Poopó (3686 m) por el río Desaguadero (436 km), otro vínculo simbólico de vida para la cultura andina, pero entre la primavera de 2013 y diciembre de 2015, el lago sufrió un proceso de desecación acelerada que hizo desaparecer los 2.337 km2 de su superficie, dejando tan sólo algunas charcas saturadas de sal.
Pero a principios de este mes de enero, tras el intenso periodo de lluvias que acabó con la terrible sequía que azotó Bolivia, el agua parece retornar al lago. Esta no es la primera vez que el Poopó se seca y vuelve a renacer. En 1994 sus aguas desaparecieron y cuando volvieron al cabo de unos años, muchos daños causados a la flora, la fauna y la vida de las poblaciones ribereñas fueron irreversibles. Esta vez las causas se han repetido: sobreexplotación agrícola y minera, y una sequía que el cambio climático hace prever cada vez más dura ¿Qué ocurrirá con el Poopó? Pese a su reciente recuperación, los científicos auguran un futuro sombrío para el símbolo de los incas.
Los desastres del mar de Aral, y el lago Urumía, la desecación del lago Chad y el lago Texcoco… y ahora es el Poopó el que está seriamente amenazado. La acción humana es directamente responsable de la destrucción de un bien que afecta a todo el planeta. No sólo perdemos agua y empobrecemos la vida y el medio ambiente, perdemos memoria colectiva, y cultura. Y la salvaguarda de la cultura, además de aportar resiliencia a la comunidad, es una herramienta de acción muy efectiva, como pudimos comprobar en nuestro proyecto Cultura ancestral para salvar el agua del Lago Titicaca: recuperar en las escuelas el currículo intercultural Aymara y Uru es un paso importante para lograr el cese de los vertidos contaminantes en el lago.
Nos llevará muchos años frenar el cambio climático, pero actuar contra la gestión irresponsable puede hacerse a corto plazo: hagámoslo.