La pandemia en el Cinturón de Fuego

Los problemas de acceso al agua y al saneamiento son endémicos en Indonesia, especialmente en las zonas rurales. © Carlos Garriga / Fundación We Are Water

La remota isla de Nías, acumula los males endémicos de Indonesia: terremotos, maremotos, falta de acceso al agua y al saneamiento, epidemias de malaria y dengue, y ahora la covid-19. Un nuevo proyecto de la Fundación se centra en las zonas rurales de uno de los países del Cinturón de Fuego del Pacífico más amenazados por los desastres sísmicos, el cambio climático, las enfermedades y la crisis económica. Los indonesios luchan en todos los frentes por la supervivencia.

En Indonesia, la pandemia de la covid-19 ha caído en plena lucha contra otra enfermedad letal: el dengue, una infección causada por un virus que es transmitida por mosquitos, principalmente por el Aedes aegypti. Es una enfermedad muy extendida en todas las regiones de clima tropical del planeta, y cuya epidemia de este año, iniciada en 2019, está azotando severamente al Sudeste Asiático y Sudamérica. Un informe del Ministerio de Salud indonésico señalaba que el pasado 22 de junio había unos 68.000 casos de dengue en todo el país.

La alarma por el coronavirus y las medidas ante la pandemia han marginado los esfuerzos sanitarios de Indonesia contra el dengue; y el confinamiento ha perjudicado una de las estrategias básicas para combatirlo: la lucha contra la reproducción del mosquito. Por otra parte, al quedar abandonados hoteles y resorts, los responsables de salud temen que las larvas del Aedes aegypti, que sistemáticamente combatían el personal de las instalaciones turísticas, hayan medrado al quedar sin control muchos de los espacios donde se acumulaba el agua en la que se éstas se reproducían: piscinas, fuentes, estanques, charcos…

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Las charcas son uno de los lugares donde se reproducen las larvas del mosquito (Aedes aegypti) que transmite el dengue. © Alex popescu / World Bank

El parón turístico ha perjudicado así por partida doble a Indonesia, país que lucha por equilibrar su desigual economía y que consiguió mejorar su índice de desarrollo humano (IDH) de 0,691 puntos en 2016 a 0,694 en 2017. De los 189 países catalogados, Indonesia se encuentra en el puesto 116, en la mitad más baja de la tabla y el sector turístico es uno de sus pilares del desarrollo.

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Tugurio en Bandung, Indonesia ©_mhafiz / World Bank

Falta de agua, saneamiento e higiene

Los problemas de acceso al agua y al saneamiento son endémicos en Indonesia, especialmente en las zonas rurales, y constituyen un notable freno al desarrollo del país. En breve, la Fundación culminará un proyecto de ayuda con World Vision para proporcionar acceso al agua potable mediante la instalación de filtros de agua en Telaga Dalam y Cinto Mandi en la isla de Sumatra, localidades situadas en una de las zonas rurales más pobres del país, en las que sólo el 31,70% de la población tiene acceso a agua potable y sólo el 15% dispone de letrinas adecuadas.

A causa del estallido de la pandemia de la covid-19, la Fundación ha iniciado otro proyecto en colaboración también con World Vision en otra de las zonas más deprimidas del país: el distrito de Nias Selatan. Se encuentra en la isla de Nías en una de las zonas más remotas de la provincia de Sumatra Norte, donde sólo el 56% practica el lavado de manos con jabón y el 52 % practica la defecación al aire libre. Un 40 % de la población que se beneficiará del proyecto no tiene acceso a suministro de agua. Prácticamente todos los hogares cuentan con sistemas de recogida de agua de lluvia de la que dependen como su principal fuente de abastecimiento.

 

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Mujer frente a su hogar destruido en Lombok. @ Carlos Garriga / Fundación We Are Water

Los desastres del Cinturón de Fuego

La historia de la isla de Nías ha venido marcada por otro de los males endémicos de Indonesia: la actividad sísmica. El tsunami de diciembre de 2004 generó olas de hasta 10 metros que arrasaron la costa y se cobraron 122 vidas. El terremoto de Sumatra de 2005 causó más de 800 muertos y miles de personas quedaron sin hogar; en 2007, todavía había decenas de miles de desplazados internos viviendo en campamentos en la isla.

El archipiélago de Indonesia se encuentra plenamente ubicado en el denominado Cinturón de Fuego del Pacífico, una zona que concentra la mayor actividad sísmica y volcánica del planeta (en el país se estima que hay alrededor de 120 volcanes activos). En la memoria de todos está el terrible terremoto y tsunami de 2004, con olas que llegaron a los 30 m que provocaron la muerte de 168.000 indonesios y otras 55.000 personas en los países costeros del océano Índico (desastre que inspiró la película Lo imposible del realizador español Juan Antonio Bayona).

En 2006, casi 6.000 personas fallecieron en un violento seísmo que golpeó la isla de Java. Y en la historia más reciente, entre julio y agosto de 2018, una serie de terremotos que llegaron a magnitud 7 en la escala de Richter azotó la costa septentrional de la isla de Lombok, situada en la provincia de las Islas menores de la Sonda occidentales. La población, experimentó con terror más de 1.000 réplicas que se produjeron durante 10 días. El desastre causó más de 500 víctimas mortales y 1.500 heridos, y provocó que unas 400.000 personas tuvieran que abandonar sus hogares. Y el 28 de septiembre, en la provincia de Célebes Central, un terremoto de magnitud 7,4 sacudió Palu, Mamuju y Donggala. El seísmo y el tsunami que se desencadenó a continuación causaron más de 2.300 muertos. Tras estas catástrofes, la Fundación colaboró en dos proyectos con World Vision para proporcionar ayuda en Célebes Central y en Lombok.

 

La amenaza del nivel del mar

El cambio climático se cierne sobre el archipiélago con dos amenazas significativas: la alteración del régimen de lluvias y la subida del nivel del mar. El Foro de Indonesia para el Medio Ambiente reveló el pasado enero que dos pequeñas islas deshabitadas en el sur de Sumatra han desaparecido como resultado del aumento del nivel del mar. Una de estas islas, la Betet, forma parte del Parque Nacional Berbak-Sembilang, catalogado como reserva mundial de la biosfera por la UNESCO en 2018; una zona vital para la biodiversidad y el equilibrios de los océanos por sus manglares y la gran variedad de flora y fauna, que ahora se ve seriamente amenazada.

Pero la subida del nivel del mar afecta no sólo a las zonas costeras rurales, amenazando la vida y el turismo; la propia capital, Yakarta, con más de 10 millones de habitantes, es una de las ciudades que se está hundiendo con mayor rapidez en el mundo. Expertos del Instituto de Tecnología de Bandung estiman que, de no tomarse medidas, partes de esta gran ciudad podrían quedar completamente sumergidas para 2050. Yakarta Norte se ha hundido 2,5 metros en 10 años y sigue hundiéndose a razón de 25 cm al año en algunas partes que yacen sobre tierras pantanosas. De seguir así, para 2050 se estima que un 95% de Yakarta Norte estará sumergida

Además del ascenso del nivel de mar, en Yakarta confluyen 13 ríos, algunos de ellos altamente contaminados. Ante la mala calidad del agua y la falta de suministro en numerosos barrios, muchos ciudadanos han tenido que bombear agua de acuíferos cada vez más profundos, contribuyendo al proceso de hundimiento del suelo urbano y a su inestabilidad.

La capital lucha contra el hundimiento con proyectos de ingeniería dirigidos por expertos holandeses y coreanos; pero un aspecto básico es detener toda extracción de agua subterránea y establecer un sistema de suministro exterior. El problema pone de relieve la dramática falta de saneamiento en los barrios más pobres de la ciudad, donde las chabolas lindan con cloacas a cielo abierto que se suelen desbordarse en las estaciones más lluviosas.

Los indonesios luchan en todos los frentes por la supervivencia. La seguridad sanitaria, la lucha contra la crisis climática y la consecución del pleno acceso al agua y al saneamiento, se plantean conjuntamente con la necesidad de disminuir la exposición y la vulnerabilidad ante los desastres naturales. Nos muestras con claridad que la nueva realidad nos obliga a considerar todos los frentes al unísono. Puedes colaborar aquí.