Billa es uno de los más de 385 millones de niños que en el mundo viven por debajo del umbral de la pobreza. Es huérfano de padre pero aún le queda su madre y dos hermanas para no acabar como los más de 10 millones de niños abandonados que hoy pululan por las calles de las ciudades de India. Él y su familia viven precariamente a orillas del lago Wular en el distrito de Bandipora, en el estado indio de Jammu y Cachemira. Billa tiene otro aliado paradójico: la contaminación que cubre la superficie del lago se ha convertido en su sustento. La supervivencia de su familia depende de la venta de los desechos plásticos que recoge diariamente con la barca que le legó su padre y que ha aprendidos a manejar con tanta destreza como él. Ha tenido que abandonar la escuela, pues debe trabajar de sol a sol para que el volumen recogido de basura le sea rentable.
La pesca en el lago constituye una parte fundamental de la dieta de las más de 100.000 personas que viven a lo largo de sus márgenes. Más de ocho mil pescadores se ganan la vida en el lago, como lo hacía el padre de Billa, y las sociedades cooperativas basadas en la comercialización de pescado emplean a cientos de ribereños. Los humedales del lago también proporcionan trabajo agrícola: muchas otras familias cosechan castaña de agua y plantas para forraje.
El lago Wular es de origen tectónico; su tamaño varía estacionalmente de 30 a 260 km2, es la mayor reserva de agua dulce de India y un elemento clave en la seguridad hídrica de la región: es el gran regulador de los caudales del deshielo de los glaciares de los Himalayas, y muy en especial del río Indo que fluye hacia Pakistán.
Billa encuentra un doble sentido a su duro trabajo: alimenta a su familia al tiempo que contribuye a limpiar el lago, de cuyo deterioro y del impacto negativo que está teniendo en el equilibrio hidrológico de la región vienen alertado desde hace décadas los expertos medioambientales. Pese a que desde 1986 el lago fue calificado como Humedal de Importancia Nacional en el marco del Programa de Humedales del Ministerio de Medio Ambiente y Bosques del Gobierno de India, poco se ha hecho hasta ahora para evitar su degeneración.
La contaminación del Wular proviene mayormente del río Jhelum, que vierte en él los detritos de las poblaciones aguas arriba, que en su mayor parte carecen de saneamiento y reciclaje de residuos. Un nivel de contaminación que, según Jalal Ud Din Baba, el autor del corto, no ha parado de crecer de forma paralela al desarrollo de nuevos hábitos de consumo de los habitantes de la cuenca.
La película recibió el reconocimiento del primer ministro de India, Narendra Modi, que se refirió a Billa en su Mann Ki Baat, el programa de radio a través del que se dirige a la población.
Pero no sólo la contaminación amenaza al lago. La invasión de los humedales debido a una mala gestión agrícola y la proliferación descontrolada de sauces han reducido a la mitad su superficie en el último siglo, reduciéndose un quinto su capacidad de almacenamiento de agua. El cambio climático está agravando las situaciones extremas (sequías e inundaciones) que se han incrementado a medida que la capacidad de regulación del agua del humedal ha ido disminuyendo, afectando tanto a las comunidades locales como los millones de personas que habitan el valle de Cachemira aguas abajo.
Con el objetivo de salvar el lago y evitar una catástrofe socioeconómica, el gobierno de Jammu y Cachemira (India) está aplicando ahora un plan de gestión integrado concebido por la Wetlands International South Asia. Una de las principales acciones que se están desarrollando es la eliminación de gran parte de los sauces (dos millones de árboles) que fueron plantados en los humedales desde la década de 1950 con la finalidad de obtener madera para fabricar bates de críquet, cajas para pescado y leña. Los sauces incrementan la acumulación de sedimentos, que es otro de los problemas a combatir por el programa, que proyecta dragar amplias zonas para volver a conectar las marismas.
Los expertos advierten que las medidas no serán efectivas si no se avanza paralelamente en el desarrollo del saneamiento, que es inexistente en la mayor parte de las viviendas ribereñas, lo que junto al acceso al agua es la base para el desarrollo sostenible de la gran comunidad que depende del lago. Sólo así la supervivencia medioambiental de la gran masa de agua será beneficiosa para Cashemira, India y disolverá la simbiosis perversa en la que viven niños como Billa con los entornos contaminados: poder regresar a la escuela y no depender más de la recogida de desechos.