Como cada Día Mundial del Agua, la Fundación We Are Water organiza un debate de expertos alrededor del tema escogido por la ONU. El lema de este año, Why waste water?, abordaba uno de los principales retos mundiales del ciclo del agua: las aguas residuales.
Se reunieron en el Roca Barcelona Gallery Juan Mateo Horrach Torrens, profesor asociado de la Universitat de les Illes Balears, director de T.C.V. S.L. e ingeniero industrial del Consell de Mallorca en excedencia; Gonzalo Delacámara, coordinador del Grupo de Economía del Agua de la Fundación IMDEA Agua, director académico del Foro del Agua y consultor internacional para la ONU, CE, OCDE y bancos internacionales de desarrollo; Xavier Torras, director de la Fundación We Are Water; y Santi Serrat, editor de la Fundación We Are Water. Actuó como moderador el periodista Pedro Pablo García May, adjunto a la dirección de EFE Verde.
En el debate se puso de manifiesto la amplitud y complejidad de la problemática del tratamiento del agua. Estamos ante un reto de múltiples lecturas en función de las comunidades involucradas. En el mundo industrializado el reto es político y de gestión, y puede transformar el modelo socioeconómico haciéndolo capaz de soportar la amenaza del cambio climático y generar además riqueza salvaguardando el medio ambiente; en el mundo deprimido por la falta de acceso al agua y el saneamiento, el agua residual es letal y pone de manifiesto un problema planetario de vértigo. Los expertos son optimistas pues confían en la capacidad transformadora de los individuos concienciados.
Tenemos que explicar toda la historia
El problema del malgasto del agua va más allá del agua como residuo y debe contemplar toda la cadena del ciclo; por ejemplo, en la red de suministro española se pierde un 20 % del agua a causa del mal estado de las conducciones o por mala gestión. El malgasto empieza pues antes de que el agua se convierta en residuo y las aguas residuales, como bien señaló Gonzalo Delacámara “el ciudadano sólo entiende lo que ocurre cuando el agua llega del grifo y sale por el desagüe, no sabe nada de lo que ocurre antes y después. Esto distorsiona mucho las discusiones de los problemas del agua de suministro y ciclo urbano y de saneamiento”. Delacámara insistió en informar adecuadamente a los usuarios de dónde están los auténticos desafíos: “El desafío de la seguridad hídrica es fundamental. Tenemos que ser capaces de pensar que la ley nos garantiza el abastecimiento, pero tenemos que darnos cuenta de que la mayor parte de las cosas importantes que le ocurren al agua ocurren fuera del agua, y que la política del agua no tiene capacidad para resolver problemas como el de la masiva afluencia turística, el desarrollo urbano, el agrícola, el industrial, etc. Tenemos que ir hacia una coordinación de políticas sectoriales. Cometemos un error cuando consideramos el problema del agua como un problema estrictamente ambiental o estrictamente sectorial: es transversal”.
Juan Mateo Horrach secundó la idea de adquirir una visión global a la hora de informar sobre las aguas residuales y puso como ejemplo de integración el modelo de la economía circular: “Tenemos que mentalizarnos de que la depuración forma parte del ciclo del agua, y que hay que plantearse la gestión integral del mismo. No debemos considerar las aguas residuales como algo aislado, gestionado por personas distintas, todo forma parte de un mismo ciclo. En este sentido, la reutilización del agua es un ejemplo paradigmático de la economía circular: devolver el agua al medio en condiciones de volver a ser utilizada para el consumo humano”.
Los expertos subrayaron la importancia de la concienciación ciudadana en referencia a la complejidad y vulnerabilidad del ciclo del agua. Xavier Torras destacó que la población finalmente siempre reacciona positivamente cuando está bien informada: “Tenemos que hacer un esfuerzo en la comunicación basada en la autoconciencia, no en las prohibiciones: que las personas integren en su modo de vida las acciones que lleven al cuidado del agua”, comentó, y citó el ejemplo de la reacción de los barceloneses ante la crisis hídrica de hace unos años: “Los consumos bajaron a 116 litros diarios por persona, una cifra que se acerca a los mínimos establecidos por la OMS, que son de unos 100 litros por habitante y día”.
Por su parte, Santi Serrat destacó el abismo existente ante los problemas generados por las aguas residuales en el mundo en función del nivel de desarrollo socioeconómico. “En el mundo industrializado, las aguas residuales plantean un problema de gestión con consecuencias socioeconómicas y medioambientales; en los países más deprimidos las aguas residuales son letales, generan situaciones indignas y son un freno al desarrollo económico. Nadie se muere a causa de las aguas residuales en Madrid o Barcelona, ciudades en las que la peor situación es incomparable a la que se da en los tugurios de Nueva Delhi, Lagos o Manila, por ejemplo”.
Gestión, la asignatura pendiente
El debate entró pues de lleno en la problemática de la gestión del agua, un tema fundamental a nivel planetario, pero que en España tiene especial importancia por las serias deficiencias existentes que fueron puestas de manifiesto por los participantes en el debate.
Juan Mateo Horrach planteó, con el ejemplo de la isla de Ibiza, que no existe en España un problema tecnológico sino de eficiencia en la gestión en ciclo del agua: ”En Ibiza, isla que tiene una imagen de marca alta, alquilar una hamaca en verano en algunos hoteles cuesta más de 100 euros, y hay restricciones de agua, habiendo desde hace más de 10 años una planta desaladora que no funciona y otra que funciona mal y una tercera que no tenía disponibilidad eléctrica desde hace 20 años. Hay un proyecto para construir un anillo de suministro en toda la isla que lleva más de 15 años redactado que tampoco se ha llevado a cabo. No hay un problema tecnológico, el problema es de mala gestión”.
Los problemas de gobernanza en España quedan de manifiesto en el desamparo que sufren la mayor parte de los pequeños municipios ante un marco legislativo, financiero y competencial confuso. Horrach señaló: “Los municipios pequeños están claramente desatendidos. El agua es pública por definición y la polémica sobre la gestión pública o privada es inventada. Los pequeños no tienen capacidad de gestión y si les quitas las empresas que proporcionan el servicio no van a poder gestionarse de forma eficiente. Ésta no es una cuestión ideológica, es un hecho”.
Gonzalo Delacámara destacó la necesidad de crear estructuras supramunicipales eficientes y evitar una hiperregulación que es anquilosante: “En todas partes, la gestión del agua es la gestión de conflictos, de riesgo, y hay que ver qué parte trasladamos al ciudadano vía tarifa o vía impuestos, qué parte al sector privado, y qué parte al resto de la sociedad civil y al sector financiero. En el caso de España con más de 8.000 municipios y más de 2.500 pequeños operadores incapaces dar una respuesta eficaz, equitativa y rentable, existe una atomización que genera muchas dificultades. No creo ni mucho menos que la solución sea retirar la titularidad a los municipios, sino buscar esquemas supramunicipales. En España no existe un ente regulador como tal, por lo que la regulación se realiza ad hoc en cada contrato. Esto lleva a hiperregulación que no funciona, ya que no permite tomar solucione flexibles y eficaces”.
La reutilización, objetivo inevitable
En todos los países amenazados por el cambio climático, el agua reciclada podría recargar los acuíferos y dibujar la solución a los problemas de escasez. De hecho, el cambio climático pone en jaque cada uno de los factores que intervienen en el ciclo del agua, y por ello, según Delacámara, podría facilitar un posicionamiento global: “En países semiáridos el desafío del agua es fundamental para el desarrollo económico y social. Si estás en Finlandia puedes permitirte el lujo de equivocarte, pero en el caso de España, Australia o Chile, si te equivocas con el agua se te desmorona todo el modelo socioeconómico. Es importante poner el horizonte donde realmente está y una envolvente que ayudaría sería la necesidad de adaptación al cambio climático. El cambio climático no añade demasiados problemas nuevos sino que sobre todo acentúa los preexistentes: donde hay sequías éstas serán más graves, igual ocurrirá con las inundaciones.. y éste es el caso de España. La reutilización del agua debería ser un objetivo central”.
Horrach contrastó el proceso de reutilización del agua frente a la desalación: “Las desaladoras consumen más de 4 kw por m3 de agua, y si queremos reducir el consumo y el impacto ambiental es una solución menos aceptable y habría que recurrir a la energía solar para reducir el impacto; si reutilizamos, el consumo es de algo más de 1 kw por m3 por lo que estamos ahorrando un 70 % de energía”.
El tema de la reutilización del agua entra de lleno en la necesidad de desarrollar tratamientos avanzados para poder ser aplicados a la eliminación de los contaminantes emergentes que continuamente van surgiendo. Gonzalo Delacámara lamentó el retraso que se lleva en España al respecto: “Sólo una tercera parte del agua residual recibe tratamiento avanzado, y en España tenemos tecnología de primer orden y, por ejemplo, Cataluña podría ser un líder a nivel europeo. Pero tenemos un parque de depuradoras que, incluso en el mejor de los casos, sólo opera con los residuos orgánicos, tenemos que ser capaces de progresaren el tratamiento avanzado de los contaminantes emergentes para poder devolver el agua a los acuíferos”.
La presión ciudadana y la concienciación global
El debate volvió a incidir sobre la cuestión de la concienciación ciudadana como un factor imprescindible para lograr la reacción de las administraciones ante el problema de la eficiencia en la gestión.
Xavier Torras destacó la necesidad de desarrollar la presión social para lograr cambios: “Tenemos que empujar a los políticos. Sin presión social no nos moveremos, y para ello es necesario que comuniquemos más estos problemas. Al final la reacción de las personas será positiva en este sentido, estoy convencido”.
Delacámara añadió que esta comunicación debe “evitar las ideas míticas en torno al agua” e informar eficientemente de todo el proceso, teniendo en cuenta que los problemas vienen de las decisiones humanas, como lo que ocurre en las grandes inundaciones: “¿Por qué hay viviendas en los cauces de los ríos? ¿Por qué ocupamos las llanuras aluviales si son inundables..? Son decisiones humanas erróneas”.
Serrat destacó que el problema de las aguas residuales adquiere una dimensión radicalmente diferente en las zonas más deprimidas, donde es preciso informar bien sobre las peculiaridades culturales para evitar la transmisión de tópicos, y tener en cuenta la indefensión de muchas comunidades a la hora de ejercer sus derechos, puesto que en numerosas ocasiones sus problemas son invisibles: “Existen alteraciones en los censos de las afectados que hace que muchas personas sean inexistentes para las administraciones. También hay una invisibilidad de datos que distorsionan la efectividad real de las soluciones: A veces se instala una fuente de agua para evitar que las mujeres tengan que andar más de una hora a por agua, pero a veces las colas y los retrasos en el suministro en esta fuente generan una pérdida de tiempo superior que no consta oficialmente. Esto también se da en muchas ocasiones con los informes de salubridad en relación a las aguas fecales. Es preciso comunicar estas cosas para trasladar el problema en toda su dimensión”.
En este sentido Xavier Torras señaló la importancia de tomar conciencia de que es fundamental proporcionar soluciones de ayuda que sean sostenibles para los afectados e invertir en educación, y habló desde la experiencia de los proyectos de la Fundación We Are Water en el mundo: “Muchas veces los fracasos de las ayudas es que las soluciones no han sido sostenibles en el tiempo. En cuanto se retira la ayuda, el problema vuelve a ser el mismo. Es preciso empoderar a la población, y darle formación y herramientas para gestionar sus propias soluciones. En todos los proyectos que desarrollamos insistimos mucho sobre este tema. Es muy importante la formación de comités de agua bien estructurados y formados que son los transmisores del empoderamiento. Pero sobre todo, lo más importante es invertir en educación”.
Los participantes concluyeron el debate en la necesidad de una llamada al poder de los individuos bien informados, concienciados y organizados. Lo resumió Pedro Pablo García May: “La sociedad tiene que movilizarse y empujar al poder político e institucional a través de la sociedad civil. No podemos esperar más”.