La pandemia desatada en marzo de 2020 fue la causa de que los medios de comunicación no prestasen una especial atención a un inquietante informe científico publicado en la revista Nature unos meses antes. Titulado Climate tipping points – too risky to bet against, el estudio señala los lugares donde determinados factores ambientales se están degradando y pueden llegar a un peligroso “punto de no retorno” en el no hay marcha atrás. Si esto ocurriera, se pueden desencadenar alteraciones climáticas muy destructivas y difíciles de predecir que comprometerían seriamente las estrategias de adaptación y crearían nuevos escenarios medioambientales muy inciertos.
El impacto causado por el AR6 el pasado agosto, unido un verano plagado de fenómenos climáticos anómalos en el hemisferio norte, ha dado protagonismo al estudio, que viene a sintetizar las alertas que los gobiernos tienen sobre la mesa en estos momentos en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26) de Glasgow.
Nueve alertas para el planeta
El concepto de “punto de no retorno”, también denominado frecuentemente “punto de inflexión”, no es nuevo; fue planteado hace más de 20 años por el IPCC,que por entonces alertó de las nefastas consecuencias para el clima si la temperatura promedio alcanzada los 5ºC por encima de la era preindustrial.
En estas dos décadas los científicos han ido perfilando zonas y factores críticos que el calentamiento iba alterando con rapidez. A medida que se recogían datos, la línea roja de alerta iba descendiendo; en 2015 en la COP 21 de París, el IPCC la situó en 2ºC, para revisarla al poco tiempo a los 1,5ºC que son la referencia actual. Coincidiendo con el informe de Nature, el IPCC señala la alta probabilidad de que estos puntos de no retorno se densi superamos esta linea roja.
Los científicos definen nueve puntos de no retorno o de inflexión y reclaman la máxima atención a su evolución:
1. El deshielo del Ártico
El océano del polo norte se está calentando dos veces más rápido que el promedio del planeta. La pérdida de hielo es una evidencia a ojos vista que queda refrendada por imágenes satelitales que últimamente se han viralizado profusamente con vídeos de la NASA como éste:
La pérdida de hielo preocupa especialmente porel temido efecto de la “retroalimentación positiva”: el aumento de la temperatura atmosférica provoca deshielo que, a su vez, hace aumentar la temperatura. Esto es debido a que la superficie de agua líquida que queda al descubierto absorbe más energía de la radiación solar, y por tanto se calienta más que el hielo o la nieve, que reflejan la mayor parte de esta radiación, por lo que el calentamiento global se acelera.
2. La degradación de la capa de hielo de Groenlandia
Es una evidencia aceptada por la gran mayoría de científicos que el deshielo de Groenlandia se acelera. Varios estudios recientes, como el Nonlinear rise in Greenland runoff in response to post-industrial Arctic warming, confirman que la masa de hielo está desapareciendo desde mediados del siglo XIX, y se estima que ahora se está derritiendo aproximadamente seis veces más rápido que en la década de 1990. Actualmente, se calcula que pierde cerca de 270 gigatoneladas de masa de hielo y nieve al año; es el equivalente a unos 110 millones de piscinas olímpicas, que se vierten al Atlántico Norte.
El hielo de Groenlandia llega a alcanzar los 3.000 metros de grosor en algunos puntos. Si se derritiera por completo aumentaría siete metros el nivel del mar. Los oceanógrafos calculan que si también se derritiera todo el hielo ártico y el antártico, el aumento global del mar sería de 57 metros, según cifras de un estudio publicado en 2019.
3. El retroceso de los bosques boreales
Según Greenpeace, el anillo forestal que rodea el círculo polar árticoalmacena más de 180 millones de toneladas de carbono. Los bosques de Alaska, Canadá, Escandinavia y Siberia juegan un papel fundamental en la regulación del clima y están sufriendo una rápida degradación, especialmente empeorada por los incendios de los últimos cinco años. De seguir así llegarían a un punto de imposible regeneración al no poder adaptarse los árboles al incremento de temperatura.
4. El deshielo del permafrost
El deshielo del subsuelo de las tierras árticas es un factor que preocupa cada vez más, pues 19 millones de km2 de tierras boreales y alpinas constituyen un importante sumidero de carbono. En el Special Report on the Ocean and Cryosphere in a Changing Climate, presentado en 2019 por el IPCC, se explica que las temperaturas del permafrost han aumentado a niveles de récord desde 1980, y previene de que esta capa helada de las zonas árticas contiene entre 1.460 y 1.600 gigatoneladas (mil millones de toneladas) de carbono orgánico, casi el doble del carbono que hay actualmente en la atmósfera. De consumarse su pérdida, se puede acelerar el calentamiento atmosférico a niveles imprevisibles.
5. La alteración de las corrientes del Atlántico Norte
Los oceanógrafos han detectado que la denominada Circulación de Reversión Meridional del Atlántico, más comúnmente conocida por AMOC, se está alterando al debilitarse las corrientes. La causa más comúnmente aceptada por los científicos es el deshielo de las zonas polares, en concreto de Groenlandia. Es un factor que hace temer un punto de inflexión en el ciclo del agua de consecuencias negativas irreversibles y muestra la estrecha relación que existe entre todos los factores que determinan la vida en la Tierra.
6. La pérdida de selva amazónica
El bosque amazónico se degrada debido a la deforestación humana y las sequías. Un reciente estudio ha detectado que algunas zonas ya podrían estar liberando más carbono del que estén almacenando. Se calcula que la Amazonia ya ha perdido un 17% de su bosque desde la década de 1970, y los recientes estudios alertan de que el punto de no retorno podría darse en cualquier momento a partir de una pérdida del 20%.
7. La degradación de los corales de aguas cálidas
Desde hace décadas los oceanógrafos advierten de la degradación de los corales. La causa principal, además de la contaminación y el expolio furtivo, es el calentamiento del agua del mar y su acidificación, que dañan sus complejas estructuras formadas a lo largo de miles de años. Recientemente, varios análisis señalan que podrían desaparecer de los mares de la Tierra durante este siglo, poniendo en jaque a casi un 25 por ciento de la fauna marina, ya que juegan un importante papel en su cadena alimentaria.
8. El descenso de las capas de hielo del océano Antártico occidental
El gran océano del Polo Sur que rodea la Antártida sufre una situación similar a la del Ártico: está perdiendo hielo de forma acelerada. Un estudio publicado en Nature señala que, desde 1990, casi tres billones de toneladas de hielo marino se han derretido. El pasado mes de mayo, otro estudio proporcionó previsiones más contundentes respecto a la linea roja de no retorno, situándola hacia la década de 2060.
9. La pérdida de hielo en la Antártida orienta
Científicos del proyecto IMBIE han demostrado mediante observaciones satelitales que la Antártida perdió entre 2.720 y 1.390 mil millones de toneladas de hielo entre 1992 y 2017; lo que corresponde a un aumento en el nivel medio del mar de entre 7,6 y 3,9 milímetros. Concluyen que, si no conseguimos limitar el calentamiento a por lo menos los 2ºC del acuerdo de París (COP21), el continente del polo sur podría sufrir un punto de inflexión del deshielo hacia 2060, lo que casi duplicaría el aumento nivel del mar en 2100.
¿Qué preocupa más a los científicos?
La interconexión que existe entre estos fenómenos es lo que más inquietud genera entre los científicos. El posible efecto dominó entre estos puntos críticos es evidente: el deshielo polar, por ejemplo, aumenta el nivel del mar, ambos fenómenos alteran las corrientes marinas que a su vez cambian el ciclo del agua y la temperatura del aire de la selvas amazónicas.… y un largo etcétera de fenómenos inciertos. Esta interacción entre los puntos de no retorno climáticos es difícil de predecir y aún hacen falta muchos estudios, pero la amenaza de un futuro con muchos puntos de ser distópico es una hipótesis científica con fundamento.
Los científicos también alertan de que aún estamos a tiempo de mitigar el calentamiento global, pero que este tiempo se acaba.La COP26 de Glasgowes quizá la reunión más importante que los gobiernos del mundo hayan nunca realizado en la historia. Debe llevar a compromisos reales y fehacientes para frenar la emisión de gases de efecto invernadero. Corresponde a cada uno de nosotros, los que configuramos la sociedad civil, presionar a nuestros gobiernos, empresas e instituciones para que así lo hagan.