“Es fundamental conocer y centrarse en las necesidades reales de la comunidad”. Carlos Garriga, director de la Fundación, señaló en Ginebra uno de los puntos clave para lograr la máxima eficiencia en los proyectos de ayuda contra la sequía. Muchas veces las soluciones obligan a acciones urgentes, en muchas ocasiones alejadas de los marcos de colaboración habituales entre las instituciones gubernamentales, las ONG y las empresas.
Garriga compartió con otros expertos el panel Participación del sector privado en la financiación de la lucha contra las sequías; una temática que es la primera vez que se incluye específicamente en la Drought Resilience +10 Conference que desde 2013 han organizado ocho veces la Organización Meteorológica Mundial (OMM) y la FAO con la participación del resto de agencias de las Naciones Unidas. El objetivo es integrar conocimientos y prácticas ante el creciente aumento de los daños causados por las sequías en el mundo.
La importancia del sector privado
Acelerar las inversiones en infraestructuras hídricas eficientes es urgente. Estamos en una carrera contra el cambio climático que precisa de la máxima colaboración entre los gobiernos, las ONG, el sector público y las empresas. En el panel se trataron vías para desbloquear específicamente la participación del sector privado en la financiación, lo que será uno de los ejes de la próxima COP 29 en Bakú.
El panel se planteó desde tres perspectivas: la identificación de medidas financieramente viables, la evaluación de riesgos de la inversión en medidas para combatir la sequía y el papel de las asociaciones entre el sector público, el privado y la sociedad civil para lograr la resiliencia.
Avanzamos muy lentamente y la ONU da ya asume que no alcanzaremos el ODS 6 en 2030; sin embargo, en el debate se evidenció que mucho podemos hacer a corto plazo para sacar de la pobreza hídrica a millones de personas; para ello hay que considerar todas las estrategias posibles para prever y combatir la sequía.
Hace casi dos años, en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Agua, el Banco Mundial explicó que hacían falta los 300.000 millones de USD para garantizar la seguridad hídrica y de saneamiento de todos los habitantes de la Tierra; esta inversión garantizaría, según la propia institución financiera, un billón de beneficio para la humanidad; es decir, por cada tres USD invertidos se obtendría un retorno de diez. Pero para lograrlo, los beneficios financieros no son un estímulo suficiente si antes no se se da un cotexto de colaboración a todos los niveles.
Desde la perspectiva de los más de 100 proyectos de la Fundación, Garriga señaló la importancia de conocer a fondo las necesidades de las comunidades más indefensas frente a la escasez hídrica para establecer estrategias: “Es preciso ponerse en su lugar. Conocer a fondo su visión del problema es clave. Cuanta más información precisa tengamos, más facilitamos cualquier tipo de colaboración con propuestas claras”. Y abogó por una visión a largo plazo para iniciar asociaciones de colaboración: “Necesitas tiempo para conocer al otro y hacerle saber cuáles son tus expectativas a la hora de construir relaciones sólidas. Debe quedar claro que está estableciendo una relación de beneficio mutuo”.
La experiencia de “Hagamos un trato” y “Smart Water”
El director de la Fundación se mostró convencido del cambio que se está produciendo en el sector privado en la asunción de la sostenibilidad como un activo económico y humano y puso como ejemplo al sector turístico como uno de los pioneros en la adopción de criterios ESG (del inglés Environmental, Social and Governance). En concreto Garriga explicó la experiencia de la iniciativa Hagamos un trato con Diamond Resorts, que actualmente tiene su continuidad con las Walkathons for Water con Hilton Grand Vacations.
“La iniciativa ‘Hagamos un trato’ extiende la preocupación de Hilton por la sostenibilidad a sus huéspedes, con una invitación al ahorro de agua y energía durante su estancia. El éxito de la iniciativa es contundente: ahorramos toneladas de agua, y los más significativo son las donaciones de los propios clientes que hemos destinado a nuestros proyectos”, destacó Garriga, quien hizo hincapié en el incremento de potenciales clientes concienciados que se da en el sector turístico: “Exigen destinos de mínimo impacto en el entorno y respetuosos con la cultura del lugar”.
La plataforma Smart Water, desarrollado por la Fundación, es otro caso de éxito en la implicación de profesionales clave en el futuro del agua y el saneamiento: arquitectos, urbanistas, ingenieros y diseñadores son actores en la construcción del mundo que nos viene y son los enlaces más activos con el sector privado. Las conclusiones de los debates de la plataforma corroboran que compartir ideas y, sobre todo, colaborar con la máxima información aporta soluciones eficaces a la amenazada de la escasez de agua derivada de la sequía en el plano urbano. Este mismo esquema es trasladable al mundo rural abandonado.
Como señaló el director de la Fundación: “La falta de agua nos concierne y afecta a todos: a los gobiernos, al sector público, al privado y a la totalidad de la sociedad civil. Tenemos ante nosotros un enorme reto que nos interpela como sociedad. Y a la vez una oportunidad de colaboración única que sin duda marcará nuestro futuro.”.