La emergencia sanitaria provocada por el coronavirus que comenzó golpeando inicialmente a los países más industrializados, amenaza con expandirse a zonas africanas, centroamericanas, asiáticas y oceánicas que parecían más alejadas de la virulencia de la pandemia. La OMS y los gobiernos de los países afectados recomiendan el lavado de manos con jabón como un acto fundamental para frenar la propagación del virus.
En el mundo industrializado, el lavado de manos y el resto de la higiene corporal son prácticas domiciliarias y sociales habituales, pero sólo tres de cada cinco personas en todo el mundo pueden hacerlo. Esto significa que el 40% de la población mundial, alrededor de 3.000 millones de personas, no tiene instalaciones de lavado de manos con agua y jabón en sus hogares. Advierte Unicef que en los países menos desarrollados esta proporción asciende al 75 % y esta deficiencia afecta, además de los niños, los más vulnerables, a personas clave en el desarrollo de las comunidades como los maestros, los profesionales de la salud y las mujeres.
La ausencia del lavado de manos empeora las consecuencias insalubres de la falta de saneamiento, lo que unido al consumo de agua en mal estado provoca la muerte de más de 800 niños y niñas cada día. Según los expertos en higiene de Unicef y la OMS, un correcto lavado de manos con agua y jabón evitaría cerca del 44% de las muertes causadas por enfermedades diarreicas y el 25% de las infecciones respiratorias agudas que suponen la mayor causa de muerte de los menores de cinco años a nivel mundial.
Las escuelas, objetivo prioritario
En las zonas donde falta el saneamiento, la ausencia de instalaciones para el lavado de manos es también endémica. Desde sus inicios, en todos los proyectos de la Fundación, la instalación de letrinas se realiza simultáneamente a la de piletas lavamanos con suministro de agua corriente segura, que complementan la función sanitaria proporcionando una instalación higiénicamente completa. Así se especifica en el Manual de construcción de letrinas y pozos, que recoge la experiencia acumulada por la Fundación We Are Water en sus proyectos de saneamiento por todo el mundo.
Esto es imprescindible, especialmente en las escuelas en las que los escolares deben aprender simultáneamente a lavarse las manos. Poder hacerlo en la escuela es la mejor enseñanza que pueden recibir los millones de niños y niñas para los que una diarrea puede ser mortal. Es un conocimiento que luego ellos transmiten a la familia, creando así una cultura en la higiene imprescindible para salir de la pobreza. Gracias a estos proyectos, más de 43.500 alumnos y sus maestros de muchas escuelas del Chaco-Chuquisaqueño, en Bolivia, Tombali, en Guinea-Bissau, Zagora, en Marruecos, Mymensingh, en Bangladés, y de la Región del Norte de Tailandia tienen un arma eficaz contra la diarrea y el cólera: agua limpia y jabón, y saben utilizarlos. También los proyectos de la Fundación han posibilitado que 5.000 escolares de Rajasthan y Tamil Nadu y Haryana en India sepan usar las instalaciones y conocer la importancia de lavarse las manos antes de comer, de cocinar, de manipular alimentos y después de defecar. Y lo más importante: lo transmiten a la comunidad.
Imprescindible en la lucha contra la defecación el aire libre y en los desastres naturales
Estas directrices se hacen extensivas al resto de proyectos de mejora de saneamiento que se han desarrollado y están desarrollando en zonas rurales y suburbios en la Región de Brakna, en Mauritania, Bhiwadi, Bathalapalli y Kadiri, en India, en Baixo Tocantins, en Brasil, Old Ningo, en Ghana o en Burkina Faso, donde las malas prácticas higiénicas van irremediablemente asociadas a la falta de alcantarillado o al hábito de la defecación al aire libre.
La falta de instalaciones para el lavado de manos no es el único inconveniente en muchas zonas del mundo. En Etiopía, se añade la falta de agua y jabón, problemas que en algunas zonas es endémico, y donde, como señala Unicef, muchas personas utilizan cenizas o arena para su aseo personal.
Tras un desastre natural, la higiene se vuelve prioritaria para prevenir enfermedades. La rehabilitación del acceso al agua y al saneamiento debe ir acompañado por estrategias de higiene, como ocurrió en Filipinas tras el tifón Haiyan o en Mozanbiquetras el ciclón Idai, donde la ayuda de la Fundación incluyó filtros de agua y kits de higiene con la adecuada formación para los usuarios.
La erradicación de esta pandemia debe servir para acumular conocimiento sobre protocolos y estrategias de higiene y servir para acabar con las endemias de la diarrea, el cólera y la neumonía, mucho más letales, aunque, paradójicamente, más conocidas por la ciencia médica que el COVID-19. Es positivo que la lucha contra la propagación del coronavirus sirva para concienciar a la comunidad internacional de la importancia de la práctica del lavado de manos.