En muchos países desarrollados, la construcción de muros de hormigón para reducir la exposición a las inundaciones ha sido una práctica relativamente frecuente en las zonas de mayor exposición. Es una acción que se ha mostrado efectiva a corto y medio plazo, y este ha sido el principal argumento en defensa de estas infraestructuras frente a los que denunciaban el daño medioambiental provocado. Pero al cabo de un tiempo, en muchos casos, una inundación más violenta ha sobrepasado estas defensas artificiales y el daño ha sido mayor. Las soluciones efectivas y sostenibles necesitan otro enfoque mucho más amplio.
El muro de hormigón hace olvidar muchas cosas: la restauración de los cauces de los ríos con el desarrollo de la vegetación y la creación de humedales que actúan como esponjas no ha entrado hasta ahora en la mayor parte de planes de gestión de cuencas; hace pocas décadas que estamos teniendo en cuenta que la violencia de las escorrentías aumenta en las zonas recientemente urbanizadas, que han crecido sin sistemas urbanos de drenaje sostenible (SUDS); millones de kilómetros de carreteras y calles se han construido sin pavimentos permeables al agua de la lluvia; y en las regiones más pobres, muchos barrios marginales extienden sus chabolas en zonas de alta exposición a las inundaciones, sin ningún sistema de previsión y alerta.
Gestionar el riesgo de inundaciones aguas arriba, y no sólo aguas abajo, es mucho más efectivo y sostenible que la visión local y cortoplacista de los muros de contención. Es un ejemplo del “enfoque sistémico” que tenemos que adoptar: personas, agua y naturaleza formamos parte de un mismo sistema en el que los problemas deben abordarse de forma holística. Los enfoques sectoriales aislados tienen un alto riesgo de fracasar en términos de eficiencia y de sostenibilidad.
La Teoría General de Sistemas
En 1951, esta visión estaba en la mente del biólogo y filósofo Karl Ludwig von Bertalanffy cuando enunció la Teoría General de los Sistemas (TGS). El científico austríaco abogaba por que la Biología considerara a los organismos como sistemas abiertos en constante y complejo intercambio con otros sistemas circundantes. La TGS pronto se extendió a todos los fenómenos sociales, económicos y geográficos, postulando que, para entenderlos y solucionar los problemas que se creaban, el estudio debería ser interdisciplinario y nunca aislado.
El hidrólogo de la Universidad Autónoma del Estado de México, Alejandro Alvarado, propone aplicar la TGS en el agua estableciendo cinco subsistemas:
- El biofísico, que estudia los procesos naturales que intervienen en el ciclo del agua, como la pluviosidad, el relieve, la vegetación y los usos del suelo
- El sociocultural, que permite conocer los hábitos de consumo y los tipos de organización
- El tecnológico, que hace referencia a las infraestructuras hidráulicas
- El político-administrativo, que está integrado por sectores público y privado que intervienen en el acceso al agua
- El económico, que tiene en cuenta los costos y los ingresos y su impacto en los consumidores.
La TGS en el acceso al agua, el saneamiento y la higiene
El acceso al agua es un buen ejemplo de necesidad de este enfoque holístico: está estrechamente interrelacionado con todas las actividades humanas; por ello, los daños de las crisis hídricas tienden a propagarse por el efecto dominó a otros sectores económicos y sociales. En la nueva Estrategia de Adaptación de la Unión Europea, dada a conocer en febrero de 2021, se reconoce que un agua inteligente y sostenible requiere una cooperación más estrecha entre las acciones de adaptación y la gobernanza, así como transformaciones en todos los sectores de forma transversal, no aislada. La UE entra de lleno en el enfoque sistémico. Es todo un reto que parece asumirse con retraso, pero aumenta la conciencia de la necesidad de una visión global en gobiernos e instituciones ante la enorme complejidad de los problemas a los que nos enfrentamos si queremos alcanzar los ODS en 2030.
En el saneamiento e higiene en las escuelas de las zonas rurales pobres de África tenemos otro ejemplo de la necesidad de un enfoque sistémico para lograr la plena efectividad y sostenibilidad de las soluciones. En el proyecto que estamos desarrollando con UNICEF en Malaui, uno de los objetivos es que las alumnas logren el pleno acceso a la higiene y que éste se extienda a la edad de menstruación.
Para ello, además de agua limpia y letrinas seguras, las escolares precisan instalaciones dedicadas en las que tengan garantizadas su privacidad y puedan lavar y tender sus prendas. Pero necesitan también los cambios culturales en sus familias y comunidad para superar el tabú de la menstruación, e información fisiológica para entender su ciclo biológico y las mejores prácticas de higiene. Sin embargo, la cadena no acaba aquí: es preciso garantizar el acceso a compresas económicamente asequibles y que el suministro no se interrumpa. Sólo así, considerando todos estos factores, el proyecto alcanzará sus objetivos y la higiene femenina será sostenible; no basta únicamente con agua y letrinas.
Los peligros de la especialización
La visión cortoplacista es uno de los lastres que debemos evitar. Hemos de buscar el camino de la resiliencia sostenible a largo plazo en lugar de la solución rápida que muchas veces se propone desde la perspectiva tecnológica. En la actualidad, en el mundo desarrollado – y también en las economías emergentes -, se fomenta la especialización técnica de alto nivel. Cada vez adquieren más protagonismo los especialistas que deslumbran en su campo, pero desconocen casi todo de los otros. Los sociólogos advierten que la super especialización es una característica emergente en los sistemas que cada vez se vuelven más complejos, y la situación actual de la humanidad lo demuestra.
Los especialistas son necesarios, como la tecnología, pero la solución basada en un modelo que aborda sólo técnicamente los problemas no es la adecuada y puede incrementar las enormes barreras ya existentes. De hecho, en el panorama de la crisis climática y social que vivimos, muchos análisis y soluciones que se proponen son defectuosos porque están sesgados por esa visión super focalizada que no tiene en cuenta la dimensión sistémica de los problemas.
Todo está relacionado, no lo podemos evitar, y debemos afrontar esta complejidad desde una perspectiva global. En el mundo del agua tenemos el mejor referente para guiarnos.