El cine es un arte y lo necesitamos para que muchos veamos lo que a veces sólo uno ve. En el mundo del agua y el saneamiento muchas cosas permanecen ocultas y con frecuencia se nos escapan detalles que dan significado; conocerlos nos ayuda a concienciar a millones de personas y abre el camino a encontrar soluciones. Y en agua y saneamiento hay muchos problemas que solucionar, muchas injusticias que denunciar.
Si has llegado a leer hasta aquí es que te preocupa el agua y muy probablemente te apasiona el cine. ¿Por qué no participas en el We Art Water Film Festival?
Llevamos ya tres ediciones y ahora hemos abierto la inscripción de la cuarta. Los contenidos de los cortos de cada festival nos han permitido comunicar, dar visibilidad y reflexionar sobre qué nos ocurre con el agua en cualquier parte del mundo, por qué no llega a todos, qué podríamos hacer para que se solucione esta injusticia.
Te mostramos unos cuantos ejemplos:
En Adís Abeba, la capital de Etiopía, llueve, pero el agua de la lluvia no llega al grifo de gran parte de la población. Lo mismo ocurre en Katmandú, en Nepal: el segundo país del mundo en recursos hídricos no puede solucionar los graves problemas de acceso que tienen nueve millones de personas que vienen una auténtica crisis en la abundancia. En Bolivia se organizan en comités para reivindicar y gestionar el agua, y en Camerún muchas mujeres sufren enfermedades en silencio por no poder acceder a agua limpia.
Pero no hace falta ir a los países en desarrollo para encontrarnos con la injusticia cotidiana de la falta de agua; en las comunidades más desarrolladas también existe el deshaucio hídrico, y es que el agua no siempre es accesible para los económicamente más pobres, aún en los países “ricos”.
Las terribles consecuencias de la falta de agua limpia para los niños se dan por causas muy dispares. Muchos niños peruanos enferman de sarna y parásitos por beber y bañarse en agua de acequias; pero aún corren peor suerte los de los campos de refugiados de Somalia que sufren el azote de la diarrea por beber agua contaminada fecalmente y mueren 1 de cada 10.
Gracias a vuestros cortos hemos visto como los que sufren la falta de acceso al agua tienen que ingeniárselas de muchas maneras. Como Rubén, en Tanzania, que enseña a sus paisanos como construir un rudimentario colector de agua de lluvia con cinco botellas de agua y un pedazo de metal. O como Poppy Taaibos, en Sudáfrica, que ha llegado a un acuerdo con sus vecinos para acarrear agua y usar su baño para ella y su familia.
Millones de personas en el mundo están obligados a vivir en un entorno de agua contaminada con muy pocas posibilidades de solución, como los habitantes de la ciudad de Hyderabad en las riberas del río Musi, en India, o como los de Makoko, el barrio marginal de Lagos, en Nigeria, uno de los más insalubres del mundo cuyos habitantes ya no pueden pescar como hacían sus padres. Gracias a los cortos del Festival hemos podido conocer la vida de Kinene, un niño de nueve años que vive a orillas del lago Victoria y que necesita agua limpia para lavar pescado junto a su madre, la única fuente de ingresos para su familia.
Nos han enseñado también como el cambio climático y la acción humana irresponsable están destruyendo los bosques y afectando tanto a sus habitantes como al equilibrio ecológico del planeta. Lo hemos visto en los bosques colombianos y en los delos pueblos indígenas de Quechua, en los Andes, y Shipibo, en la Amazonia peruana. Hemos podido ver que más allá del desastre medioambiental y humano, la desaparición del agua de un lago es la pérdida de un referente cultural para todo un país. Lo hemos visto en el lago Poopó, en Bolivia, y en la escalofriante desecación del lago Urmía, en Irán, contada por una niña.
Los cortos del We Art Water Film Festival nos han mostrado también la lucha muchas veces invisible de las mujeres para conseguir agua para su familia como las de Marcela y Maritza dos madres que comparten su situación con millones de mujeres y madres del mundo: la falta de agua. Casi invisibles y solas, su rutina de supervivencia y su actitud son ejemplos impresionantes de resiliencia y dignidad, una historia que se ha hecho visible gracias al poder transmisor del cine.
Esperamos tus cortos. Inscríbete en el concurso de la cuarta edición y ayúdanos a ver lo que muchos no vemos.