Teletrabajo, telemedicina, teleeducación… poner distancia de por medio en actividades humanas fundamentales ha sido un recurso útil para superar la fase aguda de la crisis en las comunidades que sufrieron el primer impacto de la pandemia. Éstas pertenecen principalmente a países desarrollados digitalmente en los que el “descubrimiento” de los beneficios que el prefijo “tele” puede aportar a la sociedad industrial se plantea como un factor imprescindible para la recuperación de la crisis económica que ya ha comenzado: menos horas perdidas en desplazamientos al trabajo, menos contaminación, mayor control sanitario y más capacidad de acceso a la educación. Una nueva socioeconomía en la que el dios de la tecnología vuelve a revalorizarse.
Pero pocos han recordado que sólo la mitad del planeta tiene acceso a Internet. Sí lo ha hecho el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en un informe presentado el 20 de mayo, en el que además de señalar la brecha digital existente en el mundo, alerta del grave retroceso previsto en el Índice de Desarrollo Humano (IDH), elindicadorque se ha aceptado universalmente como una de las referencias para evaluar los avances hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Disrupción educativa, pobreza a largo plazo
Según el PNUD, por primera vez desde 1990, el desarrollo de la humanidad va a retroceder. Las estimaciones apuntan a una caída del 4 % de la renta per cápita mundial en 2020. Según el informe, este retroceso malogrará lo ganado en los últimos seis años e impactarásimultáneamente en todas las principales variables con las que se evalúa el IDH: los ingresos de las personas, la salud y la educación.
Varios observatorios de la crisis desencadenada por la pandemia, como la Johns Hopkins University, señalan que muchos países pobres han copiado el tipo de bloqueos que han impuesto los Gobiernos de los países desarrollados sin tener en cuenta que sus circunstancias socioeconómicas son muy distintas.Las sociedades más acomodadas tienen muchas más probabilidades de trabajar y estudiar a distancia, gracias al uso masivo y avanzado de Internet. Esto va a amortiguar el impacto de la crisis e incentivar la recuperación económica y, sobre todo, ha permitido evitar una disrupción educativa radical, lo que según el PNUD y el Banco Mundial es uno de los peores lastres que pueda dejar la pandemia para los países pobres.
Uno de los indicadores que utiliza el PNUD es la “tasa efectiva de desescolarización”: el porcentaje de niños y niñas en edad de cursar la enseñanza primaria,calculado para reflejar a aquellos que no tienen acceso a Internet. Según el informe, esta tasa ha alcanzado el 60 % con la pandemia, lo que significa un retroceso global a niveles desconocidos desde la década de 1980.
El testimonio del mundo del agua
Entre los que trabajan por lograr el acceso al agua y al saneamiento se sabe bien que sin educación no es posible logros sostenibles. Esto queda de manifiesto en todos los proyectos de la Fundación, especialmente en los que inciden directamente en las escuelas, en las que la educación en la higiene y en el ciclo del agua es un factor esencial para el desarrollo de capacidades para la autogestión. Sólo con este conocimiento se puede lograr la sostenibilidad de las instalaciones, un factor esencial para la plena obtención de sus beneficios y su transmisión al resto de la comunidad.
Para los niños y niñas de las zonas sin acceso al agua ni al saneamiento, la educación es la única herramienta que los puede empoderar para gestionar su supervivencia y su futuro. Con el conocimiento de la higiene, del ciclo integral del agua y de las necesidades del saneamiento, los escolares se conviertenademás en agentes del cambio hacia la sostenibilidad. En proyectos de la Fundación como, por ejemplo, los de las escuelas del Chaco-Chuquisaqueño boliviano, en colaboración con UNICEF, o del orfanato de Wakiso en Uganda con World Vision, queda de manifiestola importancia del mantenimiento del nivel educativo en comunidades que viven bajo el umbral de la pobreza.
Cerrar la brecha digital
En los países ricos, el confinamiento ha potenciado los hábitos online, lo queha revalorizado y difundido actividades que antes se daban preferentemente en sectores de la población mucho más específicos y reducidos. Los webminars, los debates grupales por video conferencia, los vídeos how to, y herramientas de mayor alcance y contenido como los MOOC (Massive Online Open Courses), se han multiplicado de forma espectacular y han permitido a escolares y universitarios no quedar descolgados del proceso educativo. Los medios de comunicación de los países industrializados han mostrado con entusiasmo estos avances de la “sociedad digital”,presentándolos como herramientas esperanzadoras para el desarrollo de conocimiento y para la lucha contra la crisis climática.
Esto no ha sido posible en la mayor parte de países del África Subsahariana, y del sur de Asia, y en amplias zonas de Centroamérica y Sudamérica, donde la conexión online es inexistente. En sus recientes comunicados, el PNUD y el Banco Mundial manifiestan su preocupación de que la brecha digital impida la recuperación del ciclo educativo. Cerrar esta brecha, que afecta también al desarrollo general de la economía de los pobres, es una de las acciones urgentes para evitar una de las peores consecuencias de la actual pandemia: la disrupción educativa.
Según el PNUD, cerrar la brecha digital reduciría en más de dos tercios el número de niños y niñas que actualmente no reciben una educación por el cierre de escuelas. Para ello reclama la colaboración internacional y hace un llamamientoa los países con recursos financieros para que inviertan rápidamente en las capacidades de los países en desarrollo.
Los países ricos están aprobando paquetes de medidas económicas porque tiene capacidad para endeudarse; los países al otro lado de la brecha digital no tienen estos recursos y sus economías están cayendo en el abismo. De acuerdo con informes del Banco Mundial, si los países que han emitido estas ayudas por la pandemia destinaran tan sólo el 1 % de ellas a cerrar la brecha digital, las desigualdades actuales en materia educativa podrían cerrarse. La humanidad lo necesita para lograr los ODS y no retroceder.