El cambio climático nos está haciendo vivir alteraciones de nuestro entorno inimaginables desde que tenemos registros históricos. La subida del nivel del mar es una de ellas; y es claramente constatable, por lo que no admite negacionismo alguno. Tampoco el catastrofismo; es un reto de mitigación y adaptación que tenemos que afrontar.
23 centímetros desde 1880
Los últimos informes del IPCC y de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) corroboran lo que la comunidad científica viene advirtiendo desde finales del siglo pasado: el nivel del mar no para de aumentar. Según elPrograma de Investigación de Cambio Global de EE. UU. (USGCRP), en 2021, se constató que en la última década la subida alcanzó los 4,5 centímetros. Lo más preocupante es que es un ascenso acelerado: entre 2013 y 2021 el incremento fue más del doble que entre 1993 y 2002.
Este año, nuevos estudios arrojan más datos en este sentido. La Administración Oceánica y Atmosférica Nacional de Estados Unidos (NOAA) publicó en febrero los resultados de una investigación que muestra que el ritmo de subida de nivel del mar aumenta y se espera que, en Estados Unidos, el nivel se incremente unos 30 centímetros de aquí a 2050; según estos datos, se deduce que en los próximos 30 años el nivel del mar subirá tanto como en el último siglo.
La causa está clara: el calentamiento atmosférico
A estas alturas ya nadie duda de que la subida del nivel del mar es debida al calentamiento atmosférico global. Según el IPCC, en general, el mundo es ahora 1,09 ºC más cálido que durante el periodo comprendido entre 1850 y 1900. Esto tiene dos impactos directos sobre el agua: el calentamiento del agua del mar y el deshielo glaciar y polar.
a) El calentamiento del agua del mar la dilata
La superficie del océano se ha calentado alrededor de 0,9 ºC como promedio global desde 1850, pero se acelera: unos dos tercios del aumento de temperatura del océano ha tenido lugar durante los últimos 50 años, y desde 1970 ha experimentado el incremento más rápido de los últimos 2.000 años. Y cuando el agua se calienta se dilata. Se calcula que la mitad del aumento del nivel del mar del siglo XX es debida a lo que se denomina dilatación térmicadel agua.
El segundo efecto del agua de mar recalentada es la fusión del hielo polar que está en contacto con ella. La situación detectada más preocupante es la del hielo de la Antártida que está sumergido por debajo del nivel del mar y del que, hasta ahora, se tienen pocos datos, aunque los científicos sospechan que ha comenzado a fundirse.
b) El deshielo debido al calentamiento atmosférico
En el planeta, las altas temperaturas del aire han causado la fusión de más hielo en verano y la congelación de menos agua en invierno. La consecuencia es el aumento de la escorrentía de agua que desemboca en el mar, lo que contribuye a aumentar su nivel. De media, los glaciares de la Tierra se han reducido en 33,5 metros desde 1950, y más de tres cuartas partes de esta pérdida se ha producido desde 1980.
En la actualidad, se calcula que la pérdida de masa de los glaciares y las capas superficiales de los polos Norte y Sur vierte al mar unas 670 gigatoneladas de agua cada año, lo que equivale a 268 millones de piscinas olímpicas.
El caso de Groenlandia, que alberga el segundo depósito de agua dulce más grande de la Tierra después de la Antártida, es el que acapara la atención la preocupación de los científicos. Actualmente, el 60% del aumento del nivel del mar proviene del deshielo de su capa superficial, que pierde unas 270 gigatoneladas al año que se vierten al océano Atlántico. Si todo el hielo groenlandés se derritiese, se calcula que el nivel del mar podría elevarse entre seis y siete metros. Las últimas noticias meteorológicas no son muy halagüeñas: a mediados de agosto de 2021, en el observatorio Summit Station, situado a 3.216 metros de altura, no nevó, sino que llovió por primera vez desde que se tienen registros.
Por otra parte, cada año es noticia que el océano Ártico se está calentando más del doble que la media global. Su masa de hielo entre 2011 y 2020 es el más baja desde 1850 y su grosor durante el verano es el menor de los últimos 1.000 años.
El nivel del mar seguirá subiendo, pero podemos frenarlo
Los informes del IPCC aseguran que el calentamiento del agua del mar seguirá aumentando durante el resto de este siglo, y que probablemente continuará hasta al menos el año 2300. Lo que es más preocupante es que incluso lo hará en escenarios de bajas emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). Para 2100, se prevé que el aumento medio del nivel del mar se sitúe entre 0,4 m (para el escenario de emisiones más bajo) y 0,8 m (para el escenario de emisiones más alto) por encima de la media de 1995 a 2014. Los geógrafos estiman que es probable que a partir de 2050, se inundarán zonas costeras en las que ahora viven 300 millones de personas.
¿Hasta qué punto podemos mitigarlo? La aceleración del calentamiento depende de la evolución de las emisiones de GEI pero el proceso es ya irreversible en escalas humanas de tiempo. Sin embargo, es evidente que cuánto más reduzcamos las emisiones menos aumentará la temperatura y, por tanto, más se frenará la subida de nivel.
Tenemos que evitar la brecha adaptativa
Las preguntas que urge responder ahora son ¿Cómo adaptarse? y, sobre todo, ¿A quiénes va a afectar más? La subida del nivel del mar provocará más inundaciones en las zonas costeras y retroceso de la línea de la costa. La preparación de estas zonas, por lo general las más habitadas del planeta, determinará la resistencia al desastre.
Algunas de las ciudades más expuestas se preparan para un escenario catastrófico de este tipo. Singapur, por ejemplo, tiene un plan de 72 mil millones de dólares para protegerse de las inundaciones. El caso de Yakarta es el más alarmante, pues además la ciudad se hunde a causa de la sobreexplotación de los acuíferos y, en la actualidad, cerca del 20% de la masa urbana se encuentra por debajo del nivel del mar, una cifra que se estima llegue al 40% en 2050. Esta es una de las razones por las que el gobierno indonesio se plantea la sustitución de la capitalidad de la ciudad, de unos 10 millones de habitantes, por una nueva urbe en Borneo.
El aumento del nivel del mar también puede empeorar los efectos de los temporales marítimos provocados por huracanes y tifones, fenómenos en aumento a causa del cambio climático. Como siempre ocurre las zonas más pobres son las más vulnerables a una catástrofe humanitaria en caso de inundación marina. Tugurios de urbes costeras y aldeas de pescadores, como las de muchos países centroamericanos, africanos y asiáticos, islas polinésicas, y extensas zonas agrícolas están en peligro. Los deltas, como el del Ganges (Bangladés), el del Chao Phraya (Tailandia) o del Yangtsé (China), que albergan ciudades como Daca, Bangkok o Shanghái, pueden dejar de alimentar a cientos de millones de personas en el caso de que su arrozales se inunden con agua salada.
El caso de las Islas Marshall es dramático: el aumento del nivel del mar está forzando a elegir entre evacuar a la población o elevar el nivel de la tierra, opción esta última faraónica que precisará una alta inversión y la ayuda tecnológica internacional.
Construir diques, trazar nuevas carreteras y plantar manglares u otra vegetación que absorba el agua son opciones que ya se están haciendo en la mayor parte de estos países. Pero es evidente que de nuevo surge la barrera tecnológica y financiera: los países ricos tendrán más herramientas para afrontar el problema. No sólo nos urge mitigar, sino que la adaptación llegue a todos.