Bryar, el protagonista del documental Tanjaro is Dying, finalista del We Art Water Film Festival 5, ha pasado toda su vida junto al río Tanjaro, ubicado al sur de la ciudad de Solimania la capital de la provincia de Suleimaniya, en el Kurdistán iraquí. Todavía recuerda con añoranza cuando la zona era un hermoso destino turístico verde.
Una guerra tras otra
Antes de la década de 1990, el Gobierno de la ciudad trataba las aguas residuales y obtenía compost para la agricultura. Ahora los vertidos van directamente al río sin tratar, ya que tras la Guerra del Golfo las instalaciones fueron saqueadas y luego vendidas. El cauce del río, al sur de la ciudad, se convirtió en una cloaca abierta. Fue la ruina para la agricultura y la mayoría de los campesinos tuvieron que migrar.
Tras la guerra se recrudecieron los conflictos con los kurdos que habitan la zona, y la siguiente Guerra de Irak, de 2003 a 2011, ahondó la dejadez de la gobernanza respecto al saneamiento.
Tras el estallido de la guerra civil en Siria a finales de 2011, muchos sirios kurdos, especialmente los que vivían en el norte del país, migraron hacia el norte de Irak. En la actualidad, hay cerca de un millón de desplazados internos y solicitantes de asilo en el Kurdistán Iraquí. El 49% se encuentra en Erbil, el 30% en Duhok y el 21% en Solimania, empeorando la situación demográfica y las necesidades sanitarias.
De río a cloaca
El crecimiento descontrolado de la ciudad, que alcanzó los 740.000 habitantes en 2020 acabó por destruir la vida en el antiguo paraíso de agua dulce que era el Tanjaro. Varias zonas industriales y refinerías de petróleo también descargan sus residuos químicos en el río. Especialistas de la Facultad de Ciencias Agrícolas de la Universidad de Sulaymaniyah han encontrado en el agua del río contaminantes como mercurio, plomo, cadmio y nitratos.
La poca agricultura que sobrevive utiliza esa agua altamente contaminada para regar cultivos y abrevaral ganado. La población local no tiene forma de evitar la contaminación: les llega por el agua que beben y por el resto de la cadena alimentaria.
“Yo antes no sufría ninguna enfermedad. Ahora me han salido unas manchas en las manos. Además, la mayoría de la población de la zona ha contraído enfermedades como asma, tuberculosis o diferentes tipos de cáncer.” El testimonio de Bryar confirma los estudios del Comité de Salud y Medioambiente del Consejo Provincial de Sulaymaniyah que muestran la absoluta falta de control de las aguas residuales de Solimania.
Aguas abajo, la contaminación avanza a través de las vías fluviales del Kurdistán iraquí y ya alcanza a las principales fuentes de agua potable de los lugareños en las áreas Kalar. El rio Tanjaro desemboca en la presa de Darbandikhan, donde se une al río Sirwan. Ambos forman el río Diyala que es un afluente del Tigris, el gran río de Mesopotamia que junto con el Éufrates da vida a todo Irak.
La administración hace poco para solucionar el problema. Tampoco tiene medios para hacerlo con efectividad. Las estrategias hídricas y de saneamiento a duras penas mantienen las infraestructuras de antes de 1990 que están muy deterioradas por las guerras y la falta de mantenimiento.
Pero, ante el incremento del deterioro de la salud de las personas, el Consejo Provincial de Sulaymaniyah ha realizado un estudio sobre la calidad del agua y se espera que las autoridades tomen medidas, aunque éstas, por el momento, no llegan.
Un abandono que debe acabar
El caso del río Tanjaro es uno de muchos ríos en el mundo que mueren abandonados a las aguas residuales y la basura. Y con ellos mueren las actividades humanas y sufren las personas. Un río enfermo expulsa la vida a su alrededor. Históricamente, se han reunido pocos datos sobre el estado global de los ecosistemas de agua dulce. Para remediar este vacío, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) ha recurrido a tecnologías de observación para rastrear, durante períodos prolongados, hasta qué punto están cambiando los ecosistemas de agua dulce. Los investigadores han estudiado más de 75.000 cuerpos de agua en 89 países y encontraron que más del 40 % estaban gravemente contaminados. El resultado es quemás 3.000 millones de personas corren el riesgo de contraer enfermedades porque se desconoce la calidad del agua de sus ríos, lagos y acuíferos.
En el ya corto periodo que nos separa de los ODS para 2030, salvar los ríos debe ser una prioridad internacional. Como señalan algunas ONG, con menos de el 0,5 % del gasto militar de la Guerra de Irak se podría haber reformado las instalaciones de saneamiento y suministro de agua de todo el país.